Un jugador tan estético como efectivo. Luismi Cruz es puro arte, un futbolista con un talento salvaje, que actúa en el verde de Segunda División como si todavía estuviese jugando en las calles del Puerto de Santa María de principios de este siglo. Con él, el Deportivo recluta a un ingenio natural, con el fútbol en la cabeza y la capacidad de expresarlo a través del que es, sin lugar a dudas, uno de los mejores pies izquierdos de la Segunda División.
Poco tiene que envidiar esa pierna de Cruz a la de cualquier otro referente en la categoría. Porque el andaluz ofrece una amalgama de golpeos cada vez que su pie siniestro contacta con el esférico que es difícil de igualar. Quizá Luismi no tiene el mejor chut de la Liga Hypermotion. Tampoco el mejor pase en largo ni de media distancia. Y probablemente haya otros que centren tan bien como él. Pero el gaditano reúne la capacidad para ser decisivo en todas estas artes a la vez. Y eso no es nada habitual.
Luismi Cruz es absolutamente desequilibrante a partir de su pierna izquierda, que le sirve para generar ventajas en el último tercio a través de múltiples situaciones, aunque siempre en el carril derecho del ataque. Cruz es claramente extremo. Y además, solo juega por la derecha, aunque está lejos de parecerse a David Mella. De hecho, con el andaluz, el Deportivo ficha a un futbolista totalmente diferente al canterano.
Mientras uno disfruta generando terror al espacio a la vez que termina de pulir sus recepciones y trabaja para que el balón no se le descosa cuando debe ejecutar a toda velocidad, el otro la pide constantemente al pie. Y una vez la recibe, juega como si bota y esférico fuesen solo uno.
De este modo, aunque tiene clara alma de mediapunta, Luismi es un futbolista de jugar muy pegado a la cal. Ahí, abierto en el carril exterior, es donde más le gusta recibir. Porque dándole la espalda a la línea de banda, ya parte orientado hacia portería rival. Así puede ganar esas décimas para escanear el horizonte y decidir cómo darle continuidad al juego. Asociación en corto, conducción, cambio de orientación, disparo... a partir de todas esas acciones puede aclarar el panorama de su equipo.
Su tendencia a pedirla al pie y muy abierto le permite domesticar constantemente el esférico con su izquierda. La derecha apenas la usa para subir al autobús. Y si no le hubiesen enseñado a hacerlo así, probablemente preferiría encadenar escaleras a la pata coja antes que apoyarse en ‘la de palo’. De este modo, más allá de algún control fácil, no verán a Luismi emplear para nada su pie derecho. Aunque eso no le resta fluidez alguna a su fútbol.
Esa lateralidad corporal tan marcada es la que principalmente le lleva a alejarse de zonas más centradas, donde la densidad de tráfico es más habitual. Ahí, sus recursos para aparecer son más limitados, al necesitar recepcionar siempre con el mismo pie si quiere ejecutar un control tan limpio como orientado, dos condiciones imprescindibles para evitar que le ‘coman la tostada’.
¿Quiere eso decir que Luismi sufre recibiendo de espaldas al apoyo? No, ni mucho menos. Pero solo está cómodo haciéndolo cuando logra perfilarse bien. Una vez esa condición se da, el del Puerto de Santa María es un experto escondiendo el balón. No solo por el dominio de su zurda, con la que fabrica grandes primeros contactos, sino también a través de la capacidad que ha desarrollado para proteger la pelota con sus 1,66 metros. Es menudo, pero con un tren inferior fuerte y mucha habilidad para manejar su cuerpo.
Esta destreza como trilero le permite eliminar rivales en duelos, aunque no alcanzaría ese nivel de no añadirle a su talento con el balón domesticado una notable interpretación táctica para detectar el espacio libre en el que recibir y entender de qué manera le va a tratar de arrebatar el esférico el contrario.
Bien sea girando a través del eje que es su zurda, bien sea recibiendo de cara directamente, la verdadera amenaza de Cruz surge cuando puede mirar frente a frente la portería. El andaluz no es, ni mucho menos un atleta rápido. Y eso le limita mucho a la hora de dañar al espacio en transición, algo que ejerce de techo a la hora de pensar en una trayectoria futura en Primera División. Pero sí es un futbolista con un dominio del esférico suficiente como para ser peligroso en el uno para uno.
Ahí, en situaciones de mano a mano contra los defensores, sabe cómo acelerar la acción. Busca a su rival conduciendo en diagonal, maneja la pelota con muchos contactos cosida y tiene habilidad para engañar en carrera. Si le entras, te supera. Y si no lo haces, se genera espacio para el disparo, el centro o el pase filtrado. Aunque casi siempre salga hacia dentro, hacia su pie hábil, no es previsible.
Esa cierta capacidad para el regate también la manifiesta en parado. En esas circunstancias es muy tendiente a amagar con pisadas más propias del fúbol sala, un deporte del que son más características muchas de sus acciones. Sus posibilidades técnicas le permiten encontrar el cómo y el cuándo para superar al rival. Su poderío en los primeros pasos, no perder la ventaja ganada.
Pero más allá de su habilidad en el uno para uno, colocar de cara a Luismi Cruz permite al colectivo encontrar a un futbolista clarividente en el último pase y peligrosísimo en el remate. En carrera, Cruz es muy capaz de encontrar balones filtrados sobre la última línea rival que son definitivos. El del Puerto no solo tiene las condiciones para jugar de interior o de exterior, sino que entiende la línea ideal para ejecutar el pase y el ‘timing’ perfecto para que su compañero reciba con la mayor ventaja posible.
A esta competencia en el pase añade un extraordinario centro. A pie cambiado, sus envíos con la comba hacia dentro son ‘caramelos’ para los rematadores, aunque en el Deportivo no apunta a tener demasiados a la espera de ver qué sucede con los puntas. Sin embargo, a estos golpeos tensos añade la variedad de otros mucho más sutiles. Igual de efectivos, porque sabe cuándo elegir cada uno. Esa diversidad la muestra también cuando se trata de disparar. Cruz le pega duro de empeine frontal, maneja la rosca con empeine interior y ha dejado grandes goles más delicados.
Así, el pasado curso, el extremo fue uno de los jugadores de banda en la Liga Hypermotion con más asistencias (ocho) y más asistencias esperadas (9,5, según el modelo de Wyscout) métrica que mide las probabilidades de dar un pase de gol en función de la ‘calidad’ del envío. A esta circunstancia ayudó no solo su capacidad en juego dinámico, sino su absoluto protagonismo en el balón parado del Tenerife.
Por lo tanto, con Luismi Cruz, el Deportivo adquiere una zurda absolutamente dominante en la categoría. El futbolista andaluz es un híbrido entre mediapunta y extremo, aunque su radio de acción se limita al carril derecho.
Cruz habla el mismo idioma que Mario Soriano y Yeremay Hernández, futbolistas con tendencia a asociaciones cortas. Sin embargo, habrá que ver qué maneras encuentra Hidalgo para evitar que una teórica mediapunta conformada por los tres no resulte demasiado redundante.
Luismi es menos autosuficiente que Yeremay. Necesita más del colectivo para generar ventajas, pues sobre todo destaca cuando puede recibir con el horizonte abierto y, ahí sí, ser decisivo. Precisamente por eso, será necesario rodearle de futbolistas próximos que estiren para compensar su bajísima tendencia a tirar movimientos de ruptura. En este sentido, no es difícil imaginar a Ximo Navarro desdoblándose por dentro o por fuera y a Villares o Genreau descolgándose en ese carril intermedio derecho para recibir sus balones filtrados, un movimiento que Antonio Hidalgo explotó mucho con Kortajarena en el Huesca.
Mientras, el hecho de que sea un futbolista diferente a David Mella les convierte precisamente en complementarios. Aunque parezca que ambos partirán peleando por un puesto en la derecha, la aparición de Cruz abre de nuevo las puertas al santiagués en el perfil izquierdo. Todo sea por sumar posibilidades. Y más cuando son del nivel técnico de Luismi Cruz.