Las ganas del Dépor se notan siempre en A Coruña pero el día del primer partido en Riazor especialmente. Se palpa en el ambiente, prácticamente puede olerse.

Ya desde primeras horas se podía ver a muchos aficionados luciendo sus mejores galas para el día grande que vislumbraban por delante. Elásticas blanquiazules de diferentes épocas y momentos, pero también muchas de esta campaña. Porque las nuevas zamarras han tenido éxito y la afición ha respondido en masa y ha acudido a comprarlas. 

En la Deportienda se formaban largas colas en la previa al choque. Mismo panorama en los accesos a algunas gradas de Riazor, como Preferencia, donde se formaba un pequeño tapón en la entrada. Ambiente digno de las grandes citas, nadie diría que aún era la segunda jornada liguera. Pero es que en la urbe herculina cada vez que juega el Dépor es día grande. En esta jornada se montaba  una fiesta en los aledaños del estadio. Una animada previa, con pulpeira y música incluidos para deleite de la afición. 

Una buena forma de calentar motores de cada al partido. Un choque que no quiso perderse Oito, el labrador retriever del Dépor, que fue la estrella en las inmediaciones de Riazor y acaparó los flashes. 
Nadie quiso perder la oportunidad de sacarse una foto con la célebre mascota, que es uno más en la actualidad del equipo, tanto en Riazor como en Abegondo. Oito rivalizó en atenciones con los protagonistas en el campo, los jugadores.

Ya en el estadio, lo habitual de cada año, una entrada escalonada de la afición. No solo por las colas, sino también por la climatología, que invitaba a apurar las últimas consumiciones bajo el sol de un agosto que se acaba. Una hinchada que no olvidaba el paso de Luis Miguel Ramis por Riazor, al que aplaudía al sonar su nombre por megafonía. También había ovación cerrada para los habituales: Barcia, Villares, Yeremay, este último haciendo subir los decibelios. Y entre los suplentes se hacían notar los aplausos cuando retumbaba el nombre de Patiño. También el míster, Antonio Hidalgo, recibía las muestras de cariño de la hinchada.

En la esquina de la afición visitante, los seguidores del Burgos daban la réplica con sus cánticos. Con una pancarta pedían soluciones para la situación de los brigadistas forestales, tras la plaga de incendios de las últimas semanas que asola España. Y también en la grada del Dépor un cartel rezaba “Lumes, nunca máis”, recordando lo castigada que ha estado Galicia por los fuegos en los últimos tiempos.

Por eso este domingo el Dépor lucía la equipación dedicada a Galicia, que completaba con un brazalete negro. Atronaba Riazor con el inicio de la contienda y la grada, como ocurre en cada duelo en casa, volvía a acordarse del presidente de la patronal. 

La parroquia herculina es sabia y va pulsando en qué punto se encuentra la energía del equipo, por eso sabía muy bien ante el Burgos cuando era necesario animar y darle ese impulso al Dépor. Tampoco escatimaba en palmas cuando Mella y Patiño salían a calentar por la banda.Y con otra energía afrontaba el equipo y la grada el tramo final, con ese tantas veces tarareado “Nos van a ver volver” que resonaba en Riazor. 

Se respiraba un ambiente de fiesta en el campo coruñés, aunque al final la afición se quedase con las ganas. Unas tablas que bajan en cierto modo el suflé, después del prometedor inicio ante el Granada.
Un punto que nunca es plato de buen gusto en Riazor y seguramente reducirá la euforia. Queda aún mucho que remar esta liga.