Yeremay gris en un día para la historia
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Yeremay gris en un día para la historia

Yeremay gris en un día para la historia
Yeremay Hernández, ejecutando la vaselina que se fue al larguero | Quintana

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Aquel debut en el incipiente diciembre de 2021 enseñó a un futbolista especial, pero al que ni mucho menos se le atisbaba el techo que ha alcanzado en menos de cuatro años. Yeremay Hernández, ese “pibe” -como lo definió el narrador Matías Palacios en aquella retransmisión casi clandestina-, era solo uno más de una camada con la que el deportivismo soñaba con volver a ver la luz en medio de su histórica oscuridad. No era únicamente ilusionarse con regresar, sino comprobar que la larga travesía por el sótano del infierno, al menos, tenía sentido. Que si por el camino el sentimiento de pertenencia se trasladaba también al césped, al menos el peaje no sería tan caro.

 

En plena efervescencia con la cantera, con Noel López y Trilli como abanderados, Yeremay Hernández llamó a la puerta como solo los genios saben hacer: con una actuación inexplicable. Era solo la primera ronda de Copa del Rey y con un 'igual' con el UCAM enfrente. Pero su impacto, culminado por un excepcional gol, fue tal que no es difícil imaginar al community manager de LaLiga Hypermotion frotándose las manos.

 

Probablemente lo hiciese también en los primeros minutos del partido contra el Burgos, cuando el canario parecía hacer oídos sordos al ruido y, para celebrar su centenario como deportivista del primer equipo, inventarse la primera genialidad para abrir el curso en Riazor. En un balón de Mario Soriano con tan mala idea como dividido, el '10' del Deportivo enseñó su mejor truco de magia: ese control orientado que es, en realidad, regate. Un toque, suficiente para eliminar al rival. En este caso, Aitor Córdoba sintiendo lo que sienten tantos otros defensas, diciendo adiós al balón y temiéndose lo peor. Se lo temía él y todo el Burgos, pero el larguero apareció para llegar donde no llegó Ander Cantero y evitar que el 'highlight' se plasmase en sello real y culminar a las primeras de cambio el centenario. No llegó el gol para Yeremay, pero ni siquiera el larguero ejerció de asistente con Zakaria, que se pasó de frenada y no pudo empujar el rechace.

 

Se le esfumó el tanto ahí al canterano del Dépor. Aunque parecía solo el preludio de lo que estaba por llegar en su partido número 100. Sin embargo, el beso al travesaño fue el golpe con el que se esfumó la inspiración de Hernández, incómodo en la tela de araña que tejió el Burgos, como todo su equipo.

 

 

 

 

 

No encontró el espacio por dentro para recibir el de Gran Canaria. Pero tampoco supo generar ventajas por fuera, en las ocasiones en las que se dejó caer por el pasillo izquierdo para que su improvisación ganase décimas de segundo de respiro. Fue sobre todo en la segunda mitad, cuando Patiño entró para sumar conexiones neuronales por dentro, atraer el juego y permitir que el genio se alejase en la gestación para aparecer en la finalización. Ni así. 

 

Ha recibido menos balones de los que necesitábamos que recibiera, nos faltó llevar el balón más por fuera, tuvimos que cargar más el área en acciones de uno contra uno”, lamentó Antonio Hidalgo. El técnico, tras el choque, trató de descargar de responsabilidades en el juego a 'Yere' y exigirle más al colectivo tan solo un par de días después de pedirle “un paso adelante” en liderazgo, reflejado en la capitanía que el de El Polvorín lució por primera vez, coincidiendo con su centenario, en los últimos minutos del choque. 

 

Al final de la efeméride, 'Yere' concretó un solo regate de los siete que intentó. Además, ejecutó un solo remate más, de nuevo intentando una vaselina. En este caso, casi imposible. Tan irreal que se fue a las manos de Cantero. El genio quiso inventar de más. Aunque resulta poco prudente coartar el talento y no permitir que se exprese. 

 

Aunque quizá no sea fácil tomar las mejores decisiones cuando los estímulos llegan incluso aunque uno trate de aislarse. “Necesitamos que acabe todo esto porque para nadie es bueno que se hable tanto de él. Creo que Yere tiene la cabeza centrada aquí y necesitamos dejar de loquearlo por todas partes", apuntó Diego Villares ejerciendo de capitán y escudo de protección. Sin levantar la voz, pero alertando de la inestabilidad que puede generar al chico y al propio colectivo que el nombre de Yeremay sea, cada poco, trending topic mundial.

 

 

 

Es en cierta manera lógico, teniendo en cuenta que el Deportivo y el propio futbolista se han empeñado en ser un caso contracultural en el mundo del fútbol actual. No entiende de eso el verde, que seguirá poniendo una lupa constante y una mochila sobre el joven que Yere, hasta el momento, ha sabido sobrellevar. Aunque contra el Burgos no pudiese sacar su varita de ron miel.

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