LA LUPA | Deportivo 0-0 Burgos: Demasiada piedra para el orfebre novato
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LA LUPA | Deportivo 0-0 Burgos: Demasiada piedra para el orfebre novato

LA LUPA | Deportivo 0-0 Burgos: Demasiada piedra para el orfebre novato
Luismi Cruz, agarrado por Grego Sierra, en el Dépor-Burgos | Quintana

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Las luces de Los Cármenes elevaron el listón al cielo. Pero ahí estaba el Burgos para devolver los pies a la tierra al Deportivo y al deportivismo. El conjunto de Antonio Hidalgo se estrenaba en Riazor y quería darle a su afición la primera alegría. No era solo una cuestión de mantener la dinámica del solvente triunfo inicial en Granada, sino de dejar atrás el sinsabor local del pasado curso. De superar la resaca y convertir el quiero y no puedo en un lejano recuerdo. El verano, los fichajes y el nuevo entrenador como salto de página definitivo para no cargarse con los fantasmas del pasado. 

 

Sin embargo, los designios de la Liga Hypermotion escondían la primera trampa. El Dépor no recibía en casa a un equipo que el pasado curso acabó en media tabla y ha concretado refuerzos para ampliar su fondo de armario pero no para dar un salto en su once inicial. Ni mucho menos. A lo que en realidad se enfrentaba el equipo blanquiazul era a una visita al dentista. Puede que salgas de la consulta aliviado o no. Pero de lo que no tienes duda es de que sudarás y mucho en el proceso.

 

El Burgos, líder tras golear en la primera jornada a la Cultural, apuntaba a ser un conjunto que más que pegada tenía capacidad para resistir. Y así lo demostró a orillas del Atlántico, donde se convirtió en una piedra que exigía a un experto cantero para terminar haciendo del granito orfebrería. 

 

No es todavía ese gran artesano este Deportivo en construcción, que evoluciona favorablemente en muchos aspectos pero al que todavía no le sobra brillo. Le faltaron herramientas al cuadro herculino. Mecanismos, química y acierto individual. Demasiado pronto para medirse a un equipo construido con unos cimientos tan sólidos. No sorprende ese marcador final de Deportivo 0-0 Burgos.

 

Ni por dentro, ni por fuera

Tanto Antonio Hidalgo como Luis Miguel Ramis apostaron por repetir la fórmula ganadora de la primera fecha. Sin cambios en los onces de uno y otro equipo, lo que sí que se modificó fue el contexto para unos y otros. Porque el Deportivo no tenía enfrente a un Granada que iba a presionar alto y el Burgos no jugaba contra un equipo al que le pudo dañar en su primera construcción por dentro con una roja, un penalti y un gol. 

 

El Dépor iba a tener que exponer más desde el ataque posicional que en Los Cármenes. Lo sabía el equipo herculino, que partió su juego ofensivo desde varias premisas básicas: construir con tres en la base, ubicar siempre a dos futbolistas muy abiertos en cada banda y posicionar jugadores en los carriles intermedios para, precisamente, facilitar que los exteriores recibiesen con más tiempo y espacio.

 

El plan del Deportivo pasaba por jugar fuera para, una vez en la banda, construir a través de triángulos. Encontrar la profundidad con un corte o volver a meter el balón dentro una vez el Burgos basculase. Bien para atacar directamente por el carril central si el hueco aparecía, bien para girar hacia el otro lado.

 

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El Dépor establecía una base de tres futbolistas para dar los primeros pases y llevar el balón fuera. Con Yeremay y Escudero con vocación a aparecer más dentro, casi todo el juego fluía al carril derecho. En la imagen, Soriano (vértice inferior) y Loureiro (fijando dentro) indican a Comas que abra rápido a Luismi Cruz para que reciba con espacio.

 

Sin embargo, el conjunto deportivista apenas fue capaz de sacar productividad a su plan durante un primer tiempo en el que encontró más sufrimiento sin balón que ocasiones. Llegaron dos al principio gracias precisamente a ese programa que parecía comenzar a funcionar en el carril derecho. Luismi Cruz, ‘pinchado’ en banda, era el verdadero organizador de las ofensivas locales. Con Loureiro como ese futbolista situado en el carril intermedio para generarle espacio —como en el 0-1 de Granada— y Soriano o Villares de apoyo, la partitura pasaba por encontrar al andaluz con cierta ventaja. 
 

Una vez con el esférico domesticado por su zurda, se abría el abanico: conducir hacia dentro, buscar el pase profundo a la carrera de Loureiro o Villares, jugar de nuevo dentro para girar al otro costado o trazar un envío filtrado diagonal hacia la posición de la mediapunta, donde podían aparecer Soriano o Yeremay. El reparto de papeles entre nombres podía ir variando. Los roles, no. Siempre un futbolista fuera, siempre otro dentro y siempre un tercero en el vértice inferior del triángulo.
 

De hecho, fue así cómo el Deportivo encontró sus dos únicas situaciones de gol en la primera mitad, con envíos fuera-dentro de Soriano y Loureiro. Primero, Yeremay dibujando un regate en forma de control orientado a pase de Soriano, posicionado en la cal en el press tras pérdida. Después, con el canario dejando pasar el envío fuera-dentro de Cruz para Zaka, que se revolvió hasta encontrar remate.

 

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Una vez el balón llegaba a banda, el Deportivo iniciaba movimientos para dotar de soluciones a Luismi Cruz, muy hábil en el pase. Así llegaron las dos grandes ocasiones en la primera mitad. En la imagen, Loureiro trata de arrastrar a su par desde dentro hacia fuera y así generar espacio a Soriano, que rompe por dentro en vertical. Sin embargo, el Burgos defiende bien la situación. 

 

 

El camino parecía estar marcado, pero pronto el Burgos fue capaz de equilibrar el choque. Primero, con su capacidad para defender de maravilla. Segundo, por su posesión.
 

Dibujado en un 4-4-2 muy estrecho que priorizaba no perder la posición, el bloque burgalés no dejaba rendijas para pases interiores hacia Mario Soriano o Yeremay. No había forma de encontrar envíos a espaldas del centro del campo rival: o los mediocampistas controlaban de maravilla su radio de acción inmediato o ya aparecían los defensores para ‘saltar’ la corta distancia entre líneas e impedir que los mediapuntas del Deportivo recibiesen. Aunque lo cierto es que tampoco este Dépor apuesta demasiado por jugarse ese tipo de balones filtrados. La pelota, mejor, en zonas de menos riesgo.
 

Así, solo quedaba la vía de jugar hacia los carriles exteriores para progresar. Pero la izquierda, con un Escudero que no es un profundo y un Yeremay que partía de dentro, era casi improductiva. Todo se volcaba al sector derecho, donde el Burgos sabía defender muy bien las situaciones de tres para tres, ayudado por la pesada circulación de un Deportivo poco ágil.

 

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Si el Deportivo no lograba superar al Burgos sacando el balón hacia la derecha, tampoco jugar por el centro era buen negocio. La profundidad defensiva del equipo visitante era sobresaliente y las ayudas llegaban. En la foto, Villares logra conectar con Yeremay, que espera entre líneas, pero el medio Atienza llega acosarle y el central Sierra, ‘saltando’ de zona, le roba la pelota. Agobiante.

 

Estirar al Deportivo

Al margen del exceso ejercicio de profundidad defensiva del Burgos y las pobres ideas deportivistas, fue la capacidad del conjunto foráneo para disponer del balón la que le ayudó también a apaciguar el fogoso inicio blanquiazul.


Ramis tenía un plan: estirar al Deportivo a partir de tener la pelota. Y lo consiguió. Al menos, hasta el tramo final de la primera mitad, cuando el equipo de Hidalgo comenzó a ajustar mejor los emparejamientos y a ser más agresivo, a costa de que sus centrales saliesen de zona.

 

El canónico 4-4-2 del Burgos en defensa variaba mucho en ataque. Con balón, el extremo derecho David González aparecía por dentro y junto a los dos mediocentros y a Curro, ayudaba a organizar una estructura muy similar a un rombo en el centro del campo a través de la que el cuadro castellano era capaz de atraer al Deportivo y provocar que sus distancias creciesen.

 

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No solo de defender vivía el Burgos, que durante casi toda la primera parte fue capaz de disponer del balón. Con un mediocentro cayendo a banda y el extremo González apareciendo dentro, Ramis logró construir un rombo que le daba superioridad. Soriano tenía que correr muchos metros y Barcia ‘saltar’ muy lejos. Difícil recuperar así.

 

Y es que el conjunto coruñés defendiende en un 4-4-2 que pasa a ser un 5-3-2 si el equipo detecta una amenaza perfil derecho que obliga a Luismi a hundirse. El Dépor se convierte, así, en un equipo al que le cuesta ocupar el ancho del campo. Yeremay ejerce de punta pero la presión no es su fuerte. Soriano debe recorrer muchos metros para tapar fuera y en ese proceso, pueden surgir espacios dentro. Los encontró al principio el Burgos y aunque luego el Deportivo se fue ajustando, surgieron otras facilidades en el lado débil de ese mediocampo de escasamente tres futbolistas.

 

¿Logró el equipo visitante generar verdadero peligro? No. Porque el Deportivo, además, acabó ajustándose. Pero entre esa capacidad para hacer correr al conjunto local y el enorme partido de Fer Niño, capaz de dominar a Arnau Comas tanto en las disputas aéreas como en sus apariciones al apoyo para regalar acciones de tercer hombre y permitir que el Burgos superase con dos pases el centro del campo del Dépor, el equipo dirigido por Ramis pudo controlar con suficiencia la primera mitad.

 

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A partir de la primera pausa de hidratación, el Deportivo empezó a ajustarse mejor sin balón. La tendencia se mantuvo tras el descanso, con marcas prácticamente individuales. En la imagen, Villares y Gragera ‘saltan’ a perseguir lejos. Soriano lo detecta y se queda guardando el sitio como ‘mediocentro’. Barcia persigue al posible receptor y acaba robando alto.

 

Yeremay fuera

El Deportivo tenía que encontrar más vías para amenazar. Y entre sus arreglos defensivos y la modificación en la posición de Yeremay, logró al menos virar la tendencia del choque.

 

Con la izquierda prácticamente infrautilizada, Hidalgo pidió al canario que se ubicase cerca de la cal. Solo a partir de ese movimiento, el Burgos ya estaba obligado a mirar hacia los dos lados y no focalizar todos sus esfuerzos en proteger su carril zurdo. 

 

Sin embargo, no fue hasta la entrada de Patiño cuando el Deportivo encontró la verdadera velocidad para dar la sensación de estar cerca del gol. Con Gragera entre Loureiro y Barcia, Patiño y Escudero se ubicaron en una altura superior. Esa modificación y el lógico cansancio provocaron que los centrocampistas del Burgos empezasen a perder de vista a Mario Soriano

 

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Al cambio defensivo se le unió la modificación ofensiva de colocar a Yeremay en la izquierda, lo que obligó al Burgos a tener que bascular también hacia ese lado. Escudero jugaba más dentro y se soltaba o se quedaba —en la imagen, más arriba—, mientras Soriano y Patiño aparecían para agilizar la circulación. Tras una pared, el inglés recibe y gira al otro lado.

 

El madrileño, apagadísimo, errático e incómodo en la primera parte, comenzó a conectarse. A catalizar el juego. Una y otra vez. Apareciendo en la izquierda para concretar triángulos con Yeremay, por dentro a espaldas de los pivotes y en la derecha junto a Ximo y Mella. El Deportivo empezaba a mover de verdad al bloque burgalés. Atraía y luego giraba el juego, con Patiño como canalizador de esos envíos largos. 

 

Parecía que el 1-0 podía llegar, con Riazor enfurecido. Pero la pausa de hidratación y los cambios para blindar el centro del campo de Ramis apagaron el conato de incendio. Era agosto y no había fuerzas, ideas ni inspiración individual para más. Un examen de alta artesanía demasiado exigente para el novato orfebre blanquiazul. 

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