Iago Fernández Lezcano es un estudiante coruñés de 16 años que actualmente se encuentra de intercambio en Maryland cursando 1º de Bachillerato.
Deportivista de cuna, su amor por el equipo blanquiazul no entiende de fronteras ni de horarios, y a pesar de tener que hacerlo en la distancia sigue la actualidad del Deportivo cada día acompañado de su familia americana con la que no se pierde ni un partido. "Casi siempre me suelen concidir bien los horarios, me matan los que son a las 12.00, porque aquí son las 06.00, pero me despierto para verlos", nos comenta, tras haberse tenido que pegar el madrugón en dos ocasiones esta temporada.
Iago es uno de esos aficionados que representan la pasión intergeneracional, ya que no ha vivido ningún momento bueno con el equipo blanquiazul. Pero gracias a su padre, es del Depor desde muy pequeño y siempre ha acudido al Estadio de Riazor junto a sus hermanos.
"Mi padre siempre nos ha enseñado a amar al Depor y a apoyarlo sea en la categoría que sea. Yo no he vivido ningún buen momento, bueno alguno si... pero no un título ni nada, pero sé que lo voy a seguir apoyando hasta que me muera", afirma Iago, que poco a poco, le está contagiando la fiebre blanquiazul a sus padres americanos.
Desde hace apenas dos semanas, y aunque todavía suene un poco surrealista, las piñas han llegado para quedarse y ya forman una parte importantísima de la afición blanquiazul. Y no solamente en formato 'emoji' o en simbología, sino que, literalmente, esta fruta se encuentra presente allá donde haya un seguidor de Deportivo.
El pasado sábado, la escuadra herculina visitó Las Gaunas saldando el partido con una contundente victoria sobre la SD Logroñés. Pero aunque parezca mentira, lo más sorprendente de ese duelo no fueron los cinco goles que metieron los de Imanol Idiakez, sino que el encuentro tuvo que ser detenido por el "lanzamiento de piñas naturales", y varios aficionados "vestidos de piña" tuvieron que ser expulsados del estadio según recoge el acta.
Iago, junto a Andrew y Karen Currie, sus padres americanos, acuden todas las jornadas a su cita con el equipo coruñés: "Aquí cada fin de semana se ve el Depor en casa y se disfruta, aunque no lo entiendan mucho, pero lo ponen siempre. También les cuesta entender bastante lo de las divisiones, pero piensan que la afición del Depor es increíble".
El pasado fin de semana, estaban presenciando el duelo ante los de Logroño cuando de repente, comezó la lluvia de piñas. Andrew, sorprendido, le preguntó a Iago, "sin tener ni idea de fútbol", que "qué hacía todo el mundo vestido de piña o lanzando piñas". El coruñés nos confiesa que le costó explicarselo, porque "cómo le explicas en inglés el doble significado de la piña, tuve que pensarlo, me llevó un rato".
Pero está claro que hay cosas no hace falta entenderlas a la perfección para comprenderlas, y seguramente en la mirada de Iago se ve fácilmente el sentimiento que tiene hacía el Deportivo. Y Andrew lo vio.
"Cuando acabó el partido me fui a correr, y al volver, había una piña incrustrada literalmente en la puerta de mi habitación. Yo grité desde arriba que no podía ser, porque no podía ser, no me lo creía, que lo hubiera entendido y lo hubiera hecho", cuenta emocionado.
Ahora, a más de 5.500 kilómetros de A Coruña, Iago, Andrew y Karen posan junto a una bandera gallega a gran tamaño que colgaron cuando el coruñés llegó a la casa hace apenas tres semanas, con las camisetas del Depor y con dos de estas frutas ya apadrinadas por el deportivismo. "Yo espero que con lo de la piña, el Depor por fin ascienda", concluye.