Si en la política se suelen dar de margen 100 días a los nuevos gobiernos antes de empezar a medirlos, los 180 que ayer cumplió Óscar Gilsanz desde su debut en el banquillo del primer equipo del Deportivo en Cartagena deberían ser también un período más que suficiente para poder ponderar su labor.
Precisamente eso, examinar el trabajo del de Betanzos, es lo que hacen en la actualidad quienes dirigen al Deportivo. Un análisis de todas las variables como paso previo a tomar una decisión antes de final de temporada: ofrecerle la renovación a su actual técnico o, por el contrario, buscar fuera al sustituto ideal.
Si el pulgar señala hacia abajo en el juicio final no será por números. El pasado domingo en Santander, Óscar Gilsanz alcanzó la cifra de 25 encuentros de liga al frente del Dépor. Y lo ha hecho con unas cifras que imitan a los dos grandes mitos del club: Javier Irureta y Arsenio Iglesias.
Gilsanz ha llegado a estas primeras ‘bodas de plata’ con el Deportivo con 10 victorias, 10 empates y 5 derrotas, un balance que le hace situarse con un porcentaje de puntos del 53,33%. La cifra es casi idéntica al 54,67% que concretaron en sus primeros 25 partidos tanto Jabo, en el año 1998, como el ‘Zorro de Arteixo’ en su ya lejana primera etapa del 1971.
La diferencia de aquellos albores de Iglesias con las actuales cifras de Gilsanz radicaron en el mayor número de victorias a favor de Arsenio (12). A cambio, sumó tres derrotas más que Gilsanz (8) y la mitad de empates (5) para completar un ciclo que estuvo a caballo entre Segunda y Primera División, pues el histórico entrenador asumió el cargo ascendiendo desde el Fabril para sustituir a Olsen.
Mientras, Irureta perdió un partido más (6) que Gilsanz, empató dos menos (2) y ganó uno a mayores (11). Lo hizo, eso sí, en Primera División. Aunque si de comparar se trata, por mucho que militase en la élite y ahora lo haga en Segunda, las aspiraciones y capacidades de aquel Deportivo del año 98 y del actual están bastante alejadas. No solo en cuanto a su foto individual, sino sobre por su contexto dentro de la competición.
Por un lado, el actual Dépor pretende mirar hacia arriba para regresar a Primera, pero hace un año todavía luchaba por culminar su remontada en liga y regresar a Segunda División, una categoría que no pisaba desde la explosión del coronavirus.
Mientras, aquel Deportivo de Lendoiro reinició con Jabo Irureta un proyecto para consolidarse entre los grandes. Lo hizo tras un par de años más flojos, pero después de haber ganado una Copa del Rey y una Supercopa, acumular dos subcampeonatos de liga y un par de terceros puestos que le permitieron estrenarse en Europa y acumular siete cursos seguidos en la élite.
Precisamente los objetivos y posibilidades son parte fundamental a la hora de establecer una clasificación de los mejores ‘bautismos’ de entrenadores en el club deportivista bajo el filtro de los 25 partidos.
En ese ranking compuesto por 42 técnicos, yéndonos desde el presente hasta la Guerra Civil, Gilsanz se sitúa en media tabla (21º) si nos atenemos al porcentaje de puntos conseguidos como criterio. Una zona que, evidentemente, también pisan Arsenio (20º) e Irureta (19º).
Con unas cifras calcadas a las del actual entrenador aparece Joaquín Caparrós (23º), que asumió el cargo en el declive de un ‘Euro Dépor’ que estaba dando sus últimos coletazos. Pese a disponer todavía de futbolistas como Molina, Manuel Pablo, Capdevila, Sergio, Víctor, Tristán, Valerón o Andrade, el técnico andaluz no tuvo un mejor inicio del de un Gilsanz. Como tampoco lo tuvieron John Benjamin Toshack (24º) en 1995, Luis Suárez (26º) en 1978, Fernando Vázquez (28º) en 2013 o Víctor Sánchez del Amo (32º) en 2014.
Los casos de Vázquez y Del Amo recuerdan, además, al de Gilsanz. Los tres fueron reclutados con la temporada ya iniciada para salvar una situación más o menos límite. Y quien lo consiguió con mayor solvencia -y también con más tiempo para trabajar- fue el penúltimo del Fabril.
Finalmente, Víctor se ganó continuar un año más tras la permanencia, un mérito que también se le otorgó a Fernando a pesar de descender. Al año siguiente, la temporada acabó con la última fiesta del ascenso a Primera de la que ha podido disfrutar el deportivismo.
Mientras, con mejores números de Gilsanz en sus primeros 25 partidos aparecen 20 entrenadores unidos, en su mayoría, por un denominador común: dirigir a equipos que aspiraban sí o también al ascenso.
Encabeza la clasificación José Luis Oltra, el técnico que todavía ostenta el récord de puntos en Segunda División. En sus primeros 25 partidos dirigiendo a la escuadra herculina, el valenciano amarró la friolera del 72% de los puntos en juego, una cifra calcada a la que logró Roque Olsen en 1963. Ambos acabaron consiguiendo el ascenso a la máxima categoría.
También fue el caso de Hilario Marrero en 1940, que completa el podio (70,67%) y de José Antonio Irulegui, que tras coger el equipo en Segunda y tener continuidad en verano pese a bajar, logró devolverlo a la división de plata desde una Tercera muy similar a la actual Primera Federación.
Precisamente en esa Primera Federación destacan también los números de Borja Jiménez (5º); de Imanol Idiakez (11º) o de Óscar Cano, (12º). Curiosamente, ninguno logró ascender. Como tampoco lo hizo Natxo González en la 2018-19 pese a su buen inicio.
De este modo, solo hay tres entrenadores de entre los que no tenían metas grandilocuentes que cerraron su etapa de los primeros 25 encuentros dirigiendo al Deportivo con mejores estadísticas que los de Óscar Gilsanz: José Antonio Naya (1975), Jesús Barrio (1959) y Alejandro Scopelli (1947). La historia no miente. Los números, tampoco.