El Deportivo sondea el mercado de entrenadores
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El Deportivo sondea el mercado de entrenadores

El Deportivo sondea el mercado de entrenadores
Fernando Soriano, en la ciudad deportiva de Abegondo | QUINTANA

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“El club está muy contento con su trabajo y el rendimiento numérico que ha logrado, pero también existen otros factores que hay que evaluar”. Después de un ascenso a Segunda y lo que va camino de ser una permanencia tranquila con una nómina de 29 jugadores ya comprometida para el próximo curso, estas palabras recientes de Fernando Soriano en el Diario AS podrían referirse a su desempeño como director deportivo desde su llegada al Dépor. Pero la realidad es que se refería a la labor de Óscar Gilsanz al frente del banquillo blanquiazul como respuesta a una pregunta sobre una continuidad que en el club herculino no parecen tener tan clara como podría suponerse después de que tomara las riendas del primer equipo a principios de noviembre.


Cuando comienza ya el mes de mayo y el Dépor apenas se juega más que la posición en la tabla en estas cinco jornadas que quedan, desde la entidad deportivista tienen ya una composición de lugar sobre cómo se encuentra en estos momentos el mercado de entrenadores. La dirección deportiva ha sondeado la situación de diferentes técnicos para tener todas las cartas boca arriba en caso de que se tome la decisión de pasar página con el preparador betanceiro.


Según fuentes cercanas al club, se trata de un procedimiento habitual que se viene haciendo no solo con candidatos potenciales al banquillo, sino también con jugadores, a lo largo de toda la temporada. La intención es tener un buen conocimiento del mercado y saber qué técnicos están disponibles, los contactos han sido únicamente con entrenadores en paro, aunque no han existido en ningún caso negociaciones y ni mucho menos se le ha ofrecido a nadie el puesto de entrenador del Deportivo. Hay que recordar que el proceso de sustitución de Imanol Idiakez tampoco fue inmediato y se barajaron numerosos nombres, como el de Bruno Saltor o Ramis, que se fueron cayendo hasta acabar optando por un hombre de la casa.


Tampoco nadie se atreve a asegurar todavía que Óscar Gilsanz vaya a ser el elegido. No se esperará al final de Liga para tomar una decisión, la idea es intentar aprovechar la ventaja que da terminar antes para encarar con cierto margen la planificación, pero de momento es una incógnita si la balanza se decantará hacia la continuidad o hacia un cambio de aires. Mientras tanto, ni una cosa ni la otra.

 

Sin presiones

Se hace cada vez más complicado evitar el elefante en la habitación que supone hablar sobre el papel del entrenador de Betanzos en el proyecto a medio plazo. Nadie ha querido pronunciarse públicamente sobre el rumbo que tomará el club y ni el propio protagonista ha querido presionar nunca en rueda de prensa, por más que siempre se le pregunta lo mismo. “Óscar Gilsanz no es lo importante”, suele apuntar.


Tiene a su favor, en todo caso, que pocos abogados mejores para defenderlo que sus resultados sobre el césped. Esa elección de palabras en “rendimiento numérico” que esconde una búsqueda de argumentos secundarios en un fútbol de hoy en día en el que son precisamente los números los que lo sostienen todo. 
Después de viajar a Cartagena como interino para evitar caer al último puesto de la tabla, su confirmación como entrenador hasta final de curso ha venido acompañada de diez victorias, diez empates y únicamente cinco derrotas. La última en Santander después de nueve jornadas sin caer, en 25 encuentros cuya clasificación parcial colocan a su Dépor como séptimo en Segunda. Solo Elche, Levante, Oviedo, Mirandés y Almería superan esos 40 puntos. Efectivamente, cuatro de los equipos que navegan por la general con puntos de playoff. No es suficiente.

 

Objetivos

Uno de los motivos que siempre se ponen sobre la mesa para postergar la conversación, incluso por parte del propio Gilsanz, es que mientras haya objetivos en juego, no toca. Consideración que no se tuvo con Ximo Navarro, renovado hace unas semanas. Llama la atención, y llamó en su momento, que si la apuesta a largo plazo del club por un técnico que había cosechado siempre éxitos en las categorías inferiores iba a depender de objetivos, no se negociara cuando ascendió al cargo y se mantuviera la longitud del contrato sin ninguna cláusula de ampliación por una permanencia que entonces parecía lejana.

 

Gilsanz
 


Más claro lo han tenido otros equipos de plata, que a lo largo del curso han ido convenciéndose de que tenían al candidato idóneo y no han esperado para mover ficha. Es el caso, curiosamente, del inquilino del banquillo del próximo rival del Deportivo. Alberto González, que en su día llegó a sonar para el banquillo coruñés tras su buen hacer en el Linares, es una de las piezas importantes del proyecto del Carlos Belmonte y renovó a finales de marzo su contrato hasta 2026. Es la misma fecha que también firmó Asier Garitano recientemente al relevar a Rubén Albés en el Sporting de Gijón, mientras que Álvaro Cervera aseguró su puesto en Tenerife hasta 2027 después de la reacción del cuadro canario que en todo caso parece que no le va a alcanzar para salvarse.

 

VSDA y Fernando Vázquez

Son cinco las jornadas que quedan para que termine la temporada regular y en las que, al contrario de lo que pudiera parecer, Gilsanz sigue jugándose cosas. Al menos mientras las matemáticas sigan sirviendo de coartada para extender la incertidumbre. “Estoy acostumbrado a que mis renovaciones sean sobre objetivos cumplidos”, apuntaba el técnico hace poco. Seis puntos separan al Deportivo de sellar la permanencia, podría ser definitiva el domingo en caso de victoria blanquiazul ante el Albacete y derrota del Eldense en Almería, lo que elevaría la presión salvo pirueta para poner la mira en una zona de playoff que ahora mismo se encuentra a nueve puntos.


Una vez suceda esto, empezará la cuenta atrás para que la dirección deportiva premie el trabajo de un hombre de club que respalda el a menudo cantado proyecto de cantera, o, por lo contrario, Gilsanz pase a sentarse en la misma mesa de los últimos entrenadores a los que no se le permitió seguir ejerciendo en el banquillo de Riazor pese a cumplir con la misión encomendada. Esto no sucede desde que en la primavera de 2016 Víctor Sánchez del Amo puso fin a su etapa como deportivista después de dos permanencias consecutivas en Primera. Dos años antes le había ocurrido a Fernando Vázquez después de devolver al Deportivo a la máxima categoría. En ambos casos hubo asteriscos. Una relación rota en el caso del madrileño, que terminó exponiendo en público el comportamiento de algunos futbolistas, unas palabras que se entendieron como desafortunadas desde la directiva por parte del de Castrofeito en plena pretemporada con el mercado abierto.


El banquillo herculino ha sido desde entonces poco menos que una silla eléctrica que ha ido friendo entrenadores a velocidad de vértigo. Catorce cambios con doce protagonistas, regresó Fernando Vázquez y Rubén de la Barrera ha tenido dos etapas en el último lustro, en una década en la que siempre se ha tenido el gatillo fácil a la hora de prescindir del dueño de la pizarra. Fue precisamente Vázquez uno de los pocos que logró conservar su puesto a pesar de no lograr el objetivo, cuando asumió el reto de volver al fútbol profesional tras bajar a Segunda B el año de la pandemia. Esa concesión también se hizo con Borja Jiménez después de quedarse a las puertas del ascenso tras caer ante el Albacete en Riazor.

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