Cinco claves del apagón blanquiazul
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Cinco claves del apagón blanquiazul

Varios motivos llevaron al Deportivo a venirse abajo en los dos últimos meses ► Cuatro derrotas en cuatro partidos después de certificar la permanencia ► Aún así, finaliza en la octava plaza de la ‘Liga Gilsanz’
Cinco claves del apagón blanquiazul
Diego Gómez se lamenta de una acción del último partido liguero, frente al Elche en Riazor | QUINTANA

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El Deportivo ha puesto fin a la temporada de su ansiado regreso a LaLiga con un sabor amargo. Las últimas jornadas han supuesto un suplicio para la afición. El deportivismo ha visto cómo el equipo daba constantes señales de agotamiento, de escasas ansias de competir y de pensar en las vacaciones desde que empezó a vislumbrar que la permanencia matemática sería cuestión de tiempo gracias a la notable ventaja sobre el Eldense. El Dépor ha sufrido un apagón comparable al que afectó a toda España el pasado 28 de abril, el día después de la derrota blanquiazul en El Sardinero.

 

El equipo blanquiazul ha sumado 5 de los últimos 24 puntos posibles. O lo que es lo mismo, una sola victoria en las últimas 8 jornadas. Las 4 derrotas consecutivas con las que ha cerrado el curso, justo después de asegurar la salvación, han afeado el gran trabajo y el fantástico rendimiento desde el relevo de Óscar Gilsanz por Imanol Idiakez en el banquillo tras la 12ª jornada. Pese a este descorazonador epílogo, el Deportivo ocupa una brillante octava plaza en la clasificación del campeonato desde la llegada del técnico betanceiro. Con 43 puntos en 30 partidos, el Dépor se queda a solamente 3 del Granada, sexto en esa tabla parcial y por tanto último clasificado para el playoff de ascenso.

 

Diversos factores han influido en el apagón blanquiazul. Lesiones y percances varios, bajo rendimiento de los suplentes, anticipación de la permanencia matemática, escasa aportación de los fabrilistas o el constante runrún sobre el futuro del entrenador han jugado en contra del equipo para desembocar en un desilusionante desenlace.

 

1 Lesiones y otras debilidades

En los últimos dos meses de competición, el Deportivo ha perdido a cuatro titulares, pilares tanto del ascenso como de la consolidación en Segunda.

 

El primero en caer fue Ximo Navarro. El lateral mallorquín fue víctima de una de las jugadas más extrañas de la temporada. Acababa de comenzar el partido de la 32ª jornada, en Riazor ante el desahuciado Cartagena, cuando cometió una absurda falta por levantar en exceso el pie. El colegiado lo expulsó después de recibir la llamada del VAR y observar las imágenes. Por si fuera poco, la mala caída le provocó sendas fracturas vertebrales. Hasta entonces, Ximo solo se había perdido dos partidos de Liga.

 

La semana siguiente, en la victoria deportivista en el derbi de A Malata, jugó por última vez Dani Barcia. El central canterano se abrió camino hacia la titularidad pero los problemas físicos truncaron su buena temporada. El recto femoral de su pierna derecha le obligó a poner fin al curso con dos meses y nueve partidos todavía por delante. Desde la baja del primer deportivista en hacer el camino desde los benjamines hasta la primera plantilla los blanquiazules solamente han ganado dos partidos: al Cádiz (1-0) y al Albacete (5-1).

 

El siguiente en acceder a la lista negra fue David Mella. El extremo santiagués jugó ante el Tenerife, en la 36ª jornada, su último partido. El problema, el mismo que el de Dani Barcia. El recto femoral de su pierna derecha dijo basta después de varias semanas clamando reposo. El canterano venía de recibir bajas notas en las puntuaciones de este diario, con tres suspensos y tres aprobados raspados en sus seis últimas apariciones.

 

Después del defensa y el delantero, adiós al centrocampista. Una vez asegurada la permanencia de forma matemática, José Ángel se fue directo al quirófano a solucionar sus problemas púbicos. La última presencia del mediocentro zurdo fue en el 5-1 al Albacete, en partido correspondiente a la 38ª jornada en el que los blanquiazules certificaron su presencia la próxima campaña en la categoría de plata. José Ángel ya había causado baja por una pubalgia durante casi dos meses, desde mediados de octubre hasta primeros de diciembre.

 

El rendimiento de otros jugadores bajó por motivos de diversa índole. En los casos de Zakaria Eddahchouri y Moha Bouldini estuvo relacionado con motivos religiosos. El delantero marroquí sustituyó al neerlandés en el Carlos Tartiere, en la 29ª jornada, cuando ambos llevaban casi doce horas sin comer ni beber. “Son 12 años haciendo el Ramadán, para mí es fácil prepararme a nivel físico”, explicó Zaka en rueda de prensa. Lo cierto es que durante el Ramadán, Eddahchouri disputó cinco encuentros, todos como titular, y en todos fue sustituido. En ese lapso, solamente marcó un gol, frente al Córdoba, de los cuatro que firmó desde su llegada. Bouldini participó en dos partidos durante el mes de ayuno. En uno jugó 11 minutos. En el otro, salió en el tiempo añadido.

 

2 Una ‘unidad B’ poco competitiva

Con la salvación en el bolsillo y las ausencias ya mencionadas, Óscar Gilsanz abrió las puertas a los jugadores que habían contado con menos oportunidades. Las lesiones dieron cancha, principalmente, a Alex Petxarroman, Denis Genreau y Diego Gómez. La única palabra que puede calificar el rendimiento de los dos primeros es decepción. El tercero ha dejado destellos y motivación que le valieron ser elegido por este medio como el mejor jugador del partido en tres ocasiones. Sin embargo, no ha dado el paso adelante que muchos esperaban después de su fantástica primera mitad de temporada con el Arenteiro en Primera RFEF.

 

La permanencia trajo el relevo en la portería. Helton Leite recibió vacaciones anticipadas y Germán Parreño saltó al césped en las tres últimas jornadas. Con el ilicitano en la portería, los blanquiazules encajaron 8 tantos: 3 ante el Granada, 1 en La Romareda y 4 frente al Elche. Sus únicos fallos clamorosos fueron el error de entendimiento con Pablo Vázquez en el segundo gol del equipo nazarí en Riazor y su indecisión en el tercero. Dos de ocho, un 25 por ciento. Nada grave, pero tampoco nada positivo.

 

Jaime tampoco pudo despedirse con buen sabor de boca. El fallo garrafal que abrió el paseo triunfal del Elche en el coliseo herculino fue el colofón a su titularidad en las últimas jornadas tras la lesión de Barcia y el aislamiento de Pablo Martínez. Otro futbolista con oportunidades postreras fue el largamente reclamado Charlie Patiño. El volante anglo-galaico tampoco ha dado muestras de tener capacidad para tener un puesto en una plantilla que piense en metas más altas, más allá de su fortuito tanto en propia meta en Zaragoza. Otro centrocampista, Nuke Mfulu, tampoco fue quién de aprovechar la ausencia de José Ángel. Su tarjeta nada más saltar al césped de Anduva y la que recibió mientras calentaba en El Sardinero —la quinta, que le acarreó sanción de un partido— hablan a las claras de un jugador desenchufado.

 

La lectura es nítida. La escasa productividad de la llamada ‘unidad B’ sitúa al Deportivo en un horizonte de cambio. El equipo ha sido incapaz de ser competitivo con ellos sobre el terreno de juego.

 

3 La cantera tampoco da para mucho más

Las apariciones de Adrián Guerrero y Kevin Sánchez en las últimas jornadas no han servido para plasmar en resultados el resurgir del semillero blanquiazul en el último lustro. El debut del extremo ferrolano en La Romareda fue más bien tibio, igual que la participación del delantero burgalés. Ante el Elche, ambos también estuvieron apagados. Kevin dispuso, nada más iniciar el partido, de una ocasión clamorosa para abrir el marcador, pero se durmió en exceso. 

 

Otros jugadores del Fabril y del Juvenil A entraron en algunas de las convocatorias del tramo final de la temporada, pero no llegaron a saltar al terreno de juego, caso de Mardones o Samu.

 

El salto al fútbol profesional es grande. Por mucho nivel que ofrezca un filial o un equipo juvenil es imposible que aparezcan Mellas y Yeremays todos los días. Hay que tener en cuenta que ellos dos, junto a Barcia y Diego Gómez, ya conforman un sobresaliente cuarteto —la sexta parte de la los componentes de la actual plantilla— de futbolistas de una misma generación.

 

4 Indefinición sobre el futuro del entrenador

Óscar Gilsanz sacó adelante a un equipo hundido, en puestos de descensos, con un fútbol pragmático. El Deportivo se musculó de mediocampo hacia atrás y creció a través del balón parado, que con Imanol Idiakez era un lastre defensivamente hablando y un cero a la izquierda en ataque. Sus números parciales fueron de playoff durante muchas jornadas. Hasta el apagón.

 

A lo largo de la temporada, ninguna voz autorizada salió a ofrecer su apoyo al técnico betanceiro. Desde el primer momento, con su condición inicial de entrenador interino, el club no demostró dar amparo al cien por cien a su cargo. Tampoco el panorama ha cambiado en los meses finales. El hecho de conseguir un final de temporada tranquilo por primera vez en décadas tampoco fue suficiente. Con la permanencia asegurada empezaron a brotar los nombres de los candidatos que se barajan en Abegondo para suceder a Óscar Gilsanz.

 

Esa sensación vivida desde hace tiempo de que el Deportivo piensa en un cambio en el banquillo de cara a la próxima temporada también ha servido para molestar a la afición y, en cierto modo, dividirla. El deportivismo considera que Gilsanz merece otra oportunidad después de cumplir todos sus objetivos en el club: campeón de España con el Juvenil A, ascenso a Segunda RFEF con el Fabril y permanencia en Segunda con el primer equipo. El clima creado en torno a un hombre de la casa está lejos de ser el idóneo.

 

5 Objetivo cumplido, no se juega por nada

El club blanquiazul desveló el pasado febrero un plan estratégico que habla de un plazo de cuatro años para volver a Primera. No hay prisa en Abegondo, desde donde se piensa en un ascenso sostenible y sin hipotecas, paso a paso, sin atajos. La prudencia se ha instalado en la dirección, desde donde tampoco se ha querido lanzar las campanas al vuelo en el mejor momento de la temporada, cuando el equipo se situó a 6 puntos de las posiciones de playoff. El objetivo era la permanencia y se logró con suficiencia.

 

Sin embargo, esa permanencia trajo situaciones negativas. La afluencia a Riazor disminuyó en los últimos partidos. Ante Albacete, Granada y Elche la asistencia al estadio estuvo por debajo de los 20.000 espectadores. La media de aficionados que acudieron el estadio ha disminuido en más de mil con respecto a la pasada temporada. El curso del ascenso a Segunda finalizó con 23.020 espectadores de media. La presente campaña se ha cerrado con 21.669 aficionados por partido. Aún así, es la segunda mejor afluencia desde el último descenso de Primera.

 

El hecho de que el equipo no se jugara nada ha afectado a todos los estamentos del club, desde el despacho al campo, pasando por la grada.

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