Desde la llegada de Haralabos ‘Bob’ Voulgaris en 2022, el Castellón ha trazado una ruta propia en el mercado de fichajes. Lejos de replicar los patrones habituales de otros clubes de Segunda, el conjunto albinegro ha impulsado una política basada en el análisis estadístico y el Big Data, con especial influencia del modelo norteamericano que domina su propietario. Una fórmula que, lejos de limitarse a la teoría, ha encontrado respuesta sobre el césped y que se ha asentado como seña de identidad del proyecto mientras el club avanza hacia su consolidación en el fútbol profesional.
El primer verano tras la compra del club aún tuvo un corte más tradicional, centrado en el mercado nacional con incorporaciones incluso procedentes del Deportivo o con pasado blanquiazul: Borja Granero y Calavera. Pero entre algunos fichajes que pasaron desapercibidos, el Castellón descubrió una joya que hoy sigue siendo emblema del nuevo enfoque. Israel Suero, atacante polivalente firmado desde la tercera división de Alemania (SV Elversberg), se convirtió en una revelación. Le costó hacerse un hueco, pero su rendimiento ha crecido con el equipo y explotó en Segunda el pasado curso.
En la temporada siguiente, 2023-24, la apuesta se consolidó y se multiplicaron los fichajes fuera del radar habitual. De la cuarta división española llegó el portero Gonzalo Crettaz, clave en el ascenso a la categoría de plata. También aterrizaron jugadores como Sergio Moyita (KMSK Deinze, de la segunda belga), Vertrouwd (del equipo sub-21 del Utrecht en Países Bajos) o Douglas Aurélio (Riga, de la primera división letona), todos ellos con un papel relevante tanto en primera RFEF como en Segunda. Además, el mercado neerlandés se exploró con más profundidad gracias a la influencia del entonces entrenador Dick Schreuder, que amplificó la red de captación en ese país.
Aunque no todo salió perfecto. Hubo fichajes fallidos como Jojic, que también llegó desde la liga letona y ya no está en el equipo, o apuestas como Cipenga (Paços Ferreira, de la segunda lusa). Pero el porcentaje de aciertos es más alto de lo que sugeriría la procedencia de muchos de los jugadores.
Este verano de 2025, con el Castellón ya asentado en Segunda, el modelo se mantiene. De hecho, el club ha batido su récord histórico con el fichaje de Fabrizio Brignani, central italiano del Mantova (segunda división italiana), por alrededor de un millón de euros. Además, Michal Willmann, defensa polaco procedente del Podbeskidzie, de la tercera división de su país, ha costado 300.000 euros y llega como otra de las grandes apuestas. Y también se ha incorporado el portero Romain Matthys, de la segunda neerlandesa, y otro nombre como Ronaldo Pompeu (Vicenza, de la tercera italiana) confirma que la creatividad sigue presente en cada ventana de fichajes.
No es la primera vez que el Castellón paga traspasos por jugadores desconocidos para el gran público. Ya lo hizo en enero de 2025 con Markanich, fichado desde el Charleston Battery de la USL Championship (segunda división estadounidense) y antes con Kenneth Mamah, llegado desde la segunda turca. Cada temporada deja varias incorporaciones relevantes que nunca habrían aparecido en el radar de otros clubes.
La fórmula del Castellón responde a una estructura basada en datos, filtros y análisis de rendimiento aplicados al fútbol, inspirada en modelos como el del béisbol o la NBA. No importa tanto la liga de origen, sino el encaje del jugador en el sistema, sus registros físicos, técnicos o tácticos. Una filosofía que empieza a dar sus frutos, no solo en el rendimiento individual de varios jugadores, sino en la construcción de un equipo competitivo y con personalidad propia.