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Comienzo con el debe a mis espaldas, por no tener ninguna referencia sobre su persona, excepto la que se pueda ‘saborear’ en los distintos medios de comunicación, desde que los ‘jefes’ de la ‘urbana 8’ lo designaron para ocupar la secretaría técnica deportivista.

Educado, correcto en sus explicaciones, seguro de sí mismo, imagino que los nervios irían por dentro, lo normal en estos casos. En sus primeras palabras, metidos en faena competitiva, Carlos Rosende, puntualizó cuales fueron las premisas de sus primeros pasos: “… se ha hecho un trabajo por tener los pies en el suelo e ir creciendo de la mano teniendo en cuenta quiénes somos”.

Hacía tiempo que en casa Depor, no veía una comparecencia, ante los medios, tan natural y llena de razón. Está claro que no ha logrado absolutamente nada, pero me transmite realidad, operatividad y sólo el tiempo marcará su futuro. “Este es mi Club y mi casa, me siento afortunado de estar aquí, estar en el Depor es un privilegio, un Club muy grande con una gran exigencia”. “Somos gente que nos vamos a dejar la piel por el Deportivo”. Son palabras en una sala de prensa, pero para empezar no está nada mal. ¡Que los dioses blanquiazules le sean propicios!.

Cambio de tercio. Afronté el tema en varias ocasiones pero pasa el tiempo y veo que la vida sigue igual o peor. No entiendo la persecución que tiene el Ayuntamiento de A Coruña con toda aquella persona que mantiene relación con las instalaciones deportivas Arsenio Iglesias, ubicadas en A Torre.

Deportistas, familiares de deportistas y demás ciudadanos, se encuentran todas las dificultades habidas y por haber, para acceder a las mismas.

Es todo un castigo divino. A la singularidad para poder aparcar, con una minúscula zona habilitada, ahora se cierra más el círculo y se reservan plazas para las caravanas turísticas.

Siempre entendí que nuestros gobernantes estaban para hacerles la vida más fácil a los ciudadanos. Aquí no, en esta cuestión los gestores sociales deben estar haciendo méritos a costa de hacer la vida, lo más compleja posible, a quien tente aproximarse a las citadas instalaciones.

Paralelamente a todo ello, entramos en el absurdo absoluto de que los padres no puedan entrar, con o sin protocolo, a ver la actividad de sus hijos. Pueden estar todos agolpados fuera, que no pasa nada, pero controlados dentro, bajo unas normas, nada de nada. Me lo podrán explicar por activa o pasiva, pero seguiré sin entenderlo.

Lo fácil es cerrar la puerta y así la concejala o el concejal de turno, se quitan el problema de encima y puede ir a la playa sin preocupaciones. Encima dejan para última hora el arreglo de los campos. ¿No sabían que había que tener todo preparado para estas fechas?. Les importa un bledo.

De verdad, creo que tengo un largo bagaje entorno al deporte y me permite decir que si fuera responsable de todo esto que les transmito, se me caería la cara de vergüenza. Pobres clubs de base que tienen que tragar este tipo de humillaciones. Pero es lo que tenemos.

Punto y seguido. Viendo lo que se ve, me rio yo de toda la parafernalia montada con el control económico en el fútbol. Los ‘pringados’, como suele pasar siempre, los más débiles. Los grandes buscan recursos debajo de expertos asesores y en Europa, debajo de la tierra, donde está el petróleo. Una tomadura de pelo.

Finalizo con dos apuntes. Cuando era pequeño no entendía muy bien lo que era un país ‘bananero’. Tras ver lo que sucedió en el Brasil-Argentina, ya tengo la referencia perfecta. Por otro lado, 3 + 3 = 6, vamos bien.

Como siempre un placer.


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