La exigencia de la alta competición
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La exigencia de la alta competición


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Se van escapando unos Juegos Olímpicos que pasarán a la historia por las restricciones y la contención. De alguna manera la ausencia de público ha entristecido esta cita olímpica. Tampoco van a salir de estos Juegos ningún atleta dominador en su especialidad. Atrás quedaron aquellos grandes triunfadores que marcaron una época como Michael Phelps, Usain Bolt, Carl Lewis, Mo Farah, Ledeky, Nadia Comanecci, Mark Spitz, Bob Beamon o Simone Biles.

Precisamente esta última gimnasta norteamericana abrió un debate que no es menor en el movimiento olímpico. Se trata de lidiar con la presión que le produce a un atleta la alta competición. La historia de esta joven de 24 años muestra las exigencias de una modalidad especialmente crítica en donde las deportistas comienzan a competir a edades muy tempranas, siendo todavía niñas y en donde la competición olímpica es la referencia por excelencia.

Simone sufrió a lo largo de su carrera abusos por parte del médico de la selección de su país -posteriormente juzgado y condenado-, compitió en el campeonato del mundo con un cálculo renal que no le impidió salir victoriosa, y se vio obligada a alargar su exigente entrenamiento un año más para acudir a Tokio. Si esto fuera poco, tuvo que soportar la presión mediática, la de su propio país y de sus patrocinadores que habían depositado las máximas expectativas en su participación olímpica. El resultado es conocido por todos: se ha retirado de todas sus pruebas y ha querido participar en el concurso individual de barra donde ha conseguido la medalla de bronce. La gimnasta ha declarado que su salud mental es más importante que sus resultados deportivos. Un mensaje muy impactante para todos aquellos que sacrifican su juventud para conseguir una medalla olímpica.

Al hilo de esta historia, sobresale la de Arley Méndez, haltera chileno, que fumó marihuana en vísperas de su competición para dar positivo y buscar de esta manera su descalificación en los JJ.OO. de Tokio. Afirmaba el chileno que estaba harto del deporte y de la presión que llevaba acumulada.

Seguro que existen muchas más historias personales soterradas que indican que la presión de la alta competición puede llegar a ser insana y demuestra que los atletas deberían tener un mayor apoyo psicológico para mantener un desarrollo personal que no se vea deteriorado por las exigencias del deporte.

@pgarcia_ramos

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