El título nacional juvenil del Deportivo ha venido a alegrar algo los alicaídos movimientos de la entidad coruñesa, sumida en una profunda crisis. El título representa un gran triunfo, pero no significa nada a corto plazo porque los juveniles están todavía muy lejos de alcanzar el primer equipo, como varios miembros de ellos han significado con mucho sentido común. Solamente nos queda felicitarlos por su gran éxito y que lo puedan disfrutar en Europa la próxima temporada.
De los refuerzos del primer equipo tampoco vamos a hablar en esta ocasión. Se han fichado dos jugadores, recomendados, al parecer, por el nuevo equipo técnico pero habrá que dejar que trabajen aquellos que siguen más intensamente la categoría en la que actualmente milita el Deportivo, cuyo nombre todavía no conocemos del todo. Lo que sí es cierto es que si la pasada temporada estaba difícil el ascenso, la que viene todavía está más complicado dado el laberinto de competiciones y enfrentamientos que la Federación Española se ha sacado de la manga. Como siempre, los refuerzos también están condicionados por las normas económicas actualmente vigentes por lo que los fichajes también están limitados.
El que quiera ver una noticia positiva en todo esto puede alegrarse de la participación del Deportivo en la próxima edición de la Copa del Rey, aunque eso en sí no signifique nada más que una presencia entre los “mejores” clubes nacionales seleccionados para esa competición, de la cual, por cierto, el club coruñés tiene en sus vitrinas dos títulos (conviene recordárselo a los demás, a pesar de atravesar una época de vacas flacas).
Otra incógnita para la temporada que viene es la respuesta de los socios blanquiazules a la hora de renovar su carnet. La campaña pasada fueron más de veinte mil las personas que depositaron su confianza en la sociedad y en el equipo, pero un alto porcentaje pensaba que el paso por Segunda División “B” iba a ser coyuntural. Como no va a ser así habrá que ver la respuesta de los aficionados este año porque ya se sabe que a la gente del fútbol, en general, le gusta responder más a las maduras que a las duras y ahora el espectáculo que se puede ofrecer en Riazor está lejos de ser medianamente atractivo. Pero, como se suele decir en estos casos, el fútbol es un deporte de sentimientos y en ese terreno es difícil interpretar los comportamientos de los seguidores.
