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La Junta General de Accionistas del RCD no hizo más que ratificar el cambio de modelo que rige los designios del club desde la entrada en de Abanca de manera mayoritaria en el capital social. No hubo ninguna sorpresa que no se hubiera anticipado. Fueron decisiones de carácter orgánico e institucional a la espera de conocer más detalles del proyecto deportivo cuando termine la temporada.


A grandes rasgos, se confirmó a los consejeros nombrados por el banco en sus respectivos puestos, se procedió al cambio de la empresa auditora y a reformular la gestión de las empresas del club (Deporclínica, Deportienda y Deporhostelería) para cortar la hemorragia de pérdidas. También se modificaron los Estatutos en el que se incluía la remuneración económica del Consejo de Administración. Quizás este punto —aunque esperado– fue el más controvertido.


El nuevo propietario está en su derecho de pagar la cantidad que crea conveniente a los consejeros, por eso tiene la mayoría de votos. La cifra se fijó en un máximo de 252.000 euros al año, no teniendo que ser esta cantidad repartida de manera equitativa.


Como decía, nada que objetar a ese gasto. La duda me la generan las declaraciones posteriores de Antonio Couceiro respondiendo a un accionista que cuestionaba esa retribución. Comentaba el presidente que esa cantidad estaba por debajo del estándar de lo que se paga a un consejero en una sociedad de esa entidad.


No soy quién para discutir el sueldo de un consejero con un consejero profesional como Couceiro, que forma parte por méritos propios de varios de ellos en distintas empresas. Me resulta más difícil digerir que el RCD sea una empresa estándar cuando arrastra una deuda millonaria que aumenta cada año y se debate entre la tercera y la cuarta categoría real del fútbol (no profesional) español. Más aún cuando los objetivos del máximo accionistas pasan por sanear económicamente el club, devolverlo al fútbol profesional y posteriormente vender su participación.


Desconozco si los consejeros de clubes de esta categoría (de la entidad por ejemplo el Coruxo, Unionistas o Lealtad) están retribuidos o no, pero la ausencia de consejeros blanquiazules en los partidos del Depor o en las reuniones convocadas por la RFEF me hacen pensar que si bien las gratificaciones de los consejeros están bien definidas, las obligaciones de éstos parecen bastantes difusas. En fin, sabemos cuánto cuesta el nuevo Consejo, falta por saber lo que vale.


Por último, como decía al principio, la nueva estructura del club y su organigrama responden a la lógica empresarial, ya sea de una empresa de venta de fruta, distribución de materias primas o almacenaje. 


Faltaría valorar los pilares que mantienen a esta empresa. Cuestiones tan intangibles como la complicidad de los clientes (aficionados), la historia y el vínculo con su ciudad.

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