Para Florentino y los precursores de la Superliga lo importante era y es ganar dinero. Nadie lo discute, el fútbol por desgracia hace mucho tiempo que no es de sus aficionados, pero eso no quiere decir que solo importen los partidos de Barcelona y Madrid.
Tebas, que se erige como defensor del fútbol y del aficionado, criticaba que el secretismo de la Superliga se debía interese oscuros, porque cuando se esconden las cosas por algo es. Los que hemos vivido el pasado verano el ‘caso Fuenlabrada’ y todo lo que lo rodeó no podemos más que echarnos a reír ante tanta hipocresía.
Así como uno alucina, aunque ya nada nos puede sorprender, escuchar cómo el Fuenlabrada tiene voz y voto sobre una Superliga que mira desde Segunda. Fiel reflejo de la voz de su dueño.
Y así, mientras Florentino se jactaba de que solo importan los ‘grandes’, su Real Madrid veía cómo se le podía escapar un poco la liga con el empate ante el Betis.
Ese equipo verdiblanco, que seguro que el dirigente considera que no suscita interés más allá de sus aficionados, haciendo daño a un conjunto blanco que sueña con una competición cerrada, tipo Euroliga o NBA, a donde solo se pueda entrar con invitación y donde no haya descensos.
Una liga de poderosos, para repartirse el pastel, como si no se lo repartiesen ya a manos llenas en LaLiga con los mal divididos derechos televisivos. No sabemos qué habría pasado o qué pasará si finalmente esa Superliga llega a existir, seguro que a equipos como Real Madrid o Barcelona les vendría bien ante tropiezos no esperados y puede que incluso hiciese más competitiva una competición española que siempre se disputan los mismos actores.