Una semana queda para otro partido trascendental para el Deportivo ante el Zamora. Y parece que nos repetimos, la final de las finales, el encuentro más importante, ganar o ganar. La victoria que no sería completa si no se dan, a la vez, los resultados favorables para los intereses de los jugadores herculinos, aunque incluso podría valer un empate.
¡Cuánto se echa ahora de menos un punto! Recapitulando lo que ha sido esta primera fase, en la que ha pasado de todo: cambio en el banquillo, en el Consejo, entradas y salidas de jugadores…
Un tsunami de cambios y en medio de la vorágine, echando la vista atrás, con un poco mejor que se hubiese hecho el Deportivo dependía única y exclusivamente de sí mismo para acceder a la fase que da acceso al playoff.
Pero no ha sido así y, al margen de que el cuadro blanquiazul tenga que hacer su trabajo, tendrá que estar muy pendiente de los resultados tanto del Celta B como del Racing de Ferrol. Un final de liga de infarto, para un club herculino muy acostumbrado a sufrir en el final de temporada, que aún recuerda lo que pasó el curso anterior, y que no quiere volver a sufrir, ni reabrir viejas heridas.
Por delante una semana de trabajo para recuperar jugadores, para aunar fuerzas y para mentalizarse de los 90 minutos que quedan por delante, donde se concentrarán buena parte de las esperanzas del Deportivo y del deportivismo, pero en los que habrá que mirar, irremediablemente para otros campos.
Pero eso no significa que haya que desviarse de la meta. Pase lo que pase los de Rubén de la Barrera tienen que ganar su partido, o para entrar con más puntos en la segunda fase o para colarse in extremis entre los tres primeros.
Muchos días, por delante, entrenamientos, sensaciones, pensamientos, miedos y esperanza, mezcla de optimismo, por todo lo que se puede ganar, y desánimo, por lo mucho que se puede perder… Y aunque parezca que falte un mundo en Coruña, quien más y quien menos, ya vela armas.
