Agua, frío y mascarilla
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Agua, frío y mascarilla

Agua, frío y mascarilla
Un histórico como Juan Delibes, compañero periodista, pescando en el Eo en una de sus visitas a Galicia | trueiro

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Hace un año los pescadores se quedaron con las ganas de iniciar la temporada en marzo. Las restricciones provocaron un retraso que hizo que 2020, como en todos los índoles de la vida, fuese un curso corto y absolutamente extraño.


Doce meses después, en el tercer domingo del tercer mes, los pescadores regresan con ganas a sus ríos favoritos. Con la ilusión de siempre de completar sus cupos, de pasar una jornada agradable y de sentir de nuevo la línea tensa.


La ‘pretemporada’ ha dejado atrás las polémicas entre aficionados de distintas ‘artes’ y, con pocos cambios en la normativa, las arterias de agua gallegas se llenarán hoy de sus más firmes adoradores.


Con un invierno pluvioso, los caudales bajan en forma, en cantidad (que no en calidad por la situación ecológica) y las lluvias, que ayer aparecieron tímidas, y hoy se esperan un poco más tenaces, no harán sino colorear ríos y regatos, para ganancia de los más avezados cañistas.


Restricciones al margen, mañana se presenta un domingo pescador. Le faltarán a lo mejor ‘cuatro gotas de agua’ en algunos tramos y el frío será evidente con mínimas de 5º a las siete de la mañana, pero no se esperan ‘venteadas ‘ni ‘nortadas’ que son augur de capote o cero seguro.


No hay neopreno ni forro polar que dé más calor que el ansia por volver a lanzar el señuelo tras la esquiva pintona, y en ello se afanarán los poseedores de las más de 30.000 licencias que ‘aún’ quedan en Galicia.

La evidencia está en que, como en todas las temporadas, no hay ni un permiso disponible en los cotos más ilustres y tradicionales. Desde Carballo a Ferrol, desde Padrón hasta Ponteceso, la primera semana de pesca será la de más afluencia del curso.


Declive imparable

Hay muchos menos pescadores que hace 25 años (épocas de 80.000 licencias) y hay menos truchas. El problema no son los que disfrutan capturando sus pintonas, el pescador es más una solución en el río por muchos factores.


El furtivisimo, la contaminación, los vertidos, lo que está penado como Delito Ecológico, pero la propia fisonomía de la Galicia agropecuaria y el resultado de su interacción con los ríos, la presencia de elementos ‘indispensables’ como los necesarios para extraer recursos energéticos, los embalses, factores con los que no se puede luchar, van minando nuestros cauces y encaminándolos hacia un deterioro que, unido al cambio climático, no augura un buen futuro para nuestras poblaciones de salmónidos.


Cuando eso ocurra seguirá habiendo peces, y pescadores, pero Galicia habrá cambiado. Mucho. Por eso, para los que mañana se enfundan botas o vadeadores, a mosca, ninfa, miñoca, cucharilla, pez artificial, con buldo, con muerte, sin muerte, con suerte y sin suerte, será un gran día. Se pesque como se pesque porque, –recuerden– pescar no es el fin, sino el camino.

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