Los que hemos podido ver las competiciones del fútbol modesto en los campos de tierra de La Granja y Meicende, de balonmano en los jardines de Méndez Núñez, de baloncesto en la pista del Liceo de Monelos y en el patio de los Salesianos, o de hockey sobre patines en la polideportiva de Riazor, todos ellos al aire libre, y las comparamos con las canchas actuales, podemos afirmar que el deporte coruñés cuenta hoy con unas instalaciones excelentes. Haciendo un pequeño repaso podemos hablar de un Palacio de los Deportes, una ciudad deportiva en A Torre, varias piscinas cubiertas, polideportivos en todas las zonas de la ciudad, amplias instalaciones en Acea da Ma y Campus de Elviña, y últimamente los campos de fútbol de San Pedro de Visma. Todavía quedan pendientes algunas demandas de los gestores deportivos como pueden ser: la renovación de los campos de Meicende con céspez artificial de última generación, que ahora acometerá el Ayuntamiento de Arteixo; la construcción de un nuevo campo de hierba artificial “de agua” en A Torre para la práctica del hockey; la de un rocódromo que evite tener que practicar en el muro del Dique de Abrigo o en las viejas murallas de la ciudad; y la más complicada y costosa de un estadio de atletismo que sustituya a las antiguas pistas de Riazor y en el que poder celebrar competiciones nacionales o internacionales.
Pero siendo esto cierto, no lo es menos que la población de deportistas, clubes y especialidades deportivas se ha incrementado considerablemente en las últimas décadas. Hoy podemos ver la cantidad de equipos de fútbol existentes en biberones, alevines, prevenjamines y demás categorías; la creciente incorporación de las niñas y las jóvenes a los deportes de equipo como fútbol, fútbol sala, hockey, rugby y otros; y la aparición de nuevas formas de hacer deporte, como el béisbol, el karate, el surf, el skateboard o la escalada -estos cinco serán nuevos deportes olímpicos en Tokio este año- o la bicicleta, los marathones y las carreras populares, etc. etc. que tantos adeptos tienen entre la población. Para algunos de estos deportes todavía no existen instalaciones apropiadas en nuestra ciudad, y para otros son totalmente escasas, lo que dificulta su práctica o su expansión.
Si viajamos a otras ciudades españolas veremos complejos deportivos municipales mucho mas completos. Un ejemplo podría ser el de la ciudad de Santander cuyo Complejo Municipal de Deportes alberga treinta y ocho disciplinas diferentes.
Es por todo ello que se debe reclamar la necesidad de una programación a medio y largo plazo de nuevas y variadas instalaciones deportivas en A Coruña. No sería muy aventurado proyectar alguna de estas instalaciones en los terrenos desafectados del puerto. ¿Volverá a haber actividad deportiva en los terrenos de San Diego? Las distintas administraciones deberían priorizar estas inversiones como una respuesta a las demandas ciudadanas y principalmente en estos momentos de crisis producidos por la pandemia, como un reto a la puesta en valor del deporte como una parte importantísima del bienestar de la población.
