Esta bendita profesión, la de periodista, tiene un grave problema. En ocasiones son los propios profesionales los que le asestan los golpes más duros al poner en tela de juicio su credibilidad. Por ello, es importante diferenciar los conceptos de información y de opinión: en el primero se relata lo qué sucede y en el segundo se expresa un juicio sobre alguien o algo. Por ejemplo, ahora mismo les estoy dando una opinión para que ustedes saquen sus propias conclusiones.
Es evidente que, al margen de lo que opine, tengo mi propia ideología. Por lo tanto, también en el plano deportivo no les voy a ocultar que mi bufanda es la blanquiazul, pero eso no quiere decir que el Depor vaya estar exento de crítica si considero que las cosas se han hecho mal. Y ya que estamos en ello, debo decir que el club coruñés realmente ha realizado una de las temporadas más tristes y horribles que le recuerdo desde que tengo uso de razón. Peor no lo pudo hacer y fue merecedor de la clasificación que tenía hasta la jornada cuadragésimo primera del campeonato liguero.
Sin embargo, en la última es donde, sin venir a cuento, el Depor recibió una puñalada trapera de quien debería velar por la buena salud de la patronal futbolística, Javier Tebas. El presidente de la Liga manipuló, engañó y adulteró la competición al no dar la oportunidad al conjunto herculino de jugar su último encuentro en igualdad de condiciones, como el Lugo y el Albacete.
Tebas suspendió el duelo de Riazor del 20 de julio pero también debió realizarlo con el resto de partidos. Al no hacerlo cometió un grave delito y pese a conocer que había infectados de coronavirus en la plantilla del Fuenlabrada dejó que la expedición madrileña viajara de igual modo a la ciudad coruñesa, donde el virus acabó infectando a más componentes de la plantilla. Decir lo contrario a todo esto se llama manipular, que es lo que se hace desde Madrid.