Sergio Pellicer García (I): “La estabilidad no existe para un entrenador”
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Sergio Pellicer García (I): “La estabilidad no existe para un entrenador”

Sergio Pellicer García (I): “La estabilidad  no existe para  un entrenador”
El técnico del filial blanquiazul posa para este diario en las instalaciones de la Deportienda | javier alborés

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Ni la lluvia ni el mejorable rendimiento del filial en sus cuatro primeros partidos cambian el color y el semblante del técnico. Nueve banquillos en nueve años de carrera como entrenador respaldan su discurso del trabajo diario, sin mirar atrás ni más allá del próximo partido. Exfutbolista con más de 350 partidos en Segunda B, aboga por recuperar el espíritu amateur y la pasión por el juego.

Un mes en el Deportivo, ¿te ha sorprendido su dimensión como club?
Cuando llegas a un club no te das cuenta de la relevancia o importancia que tiene hasta que estás dentro. El Deportivo es un club grande visto desde fuera, pero desde que llegué me he dado cuenta de que su dimensión es mucho mayor, por infraestructuras, medios... Ha sido una sorpresa muy gratificante para mí.

¿Qué diferencias te has encontrado respecto a otros grandes clubes como Valencia o Málaga?
Aquí hay mucha más cercanía que en Valencia, no hay tanta distancia entre los jugadores y la dirección técnica, sobre todo a nivel personal. En Málaga no tienen las instalaciones que tenemos aquí, como la Ciudad Deportiva de Abegondo, y eso supone una diferencia abismal para el trabajo diario.

Hablas de cercanía, ¿es tan familiar el Depor como dicen?
Sí, desde el primer día me he encontrado apoyos y reacciones positivas desde todos los estamentos del club: de los jugadores, los empleados, los directivos… Es una situación muy reconfortante cuando llegas nuevo a un sitio y te encuentras un poco perdido. Llevo solo un mes, pero parece mucho más tiempo por el trato que me ha dado la gente.

¿Has tenido tiempo de comprender la idiosincrasia y las características del club?
Como quien dice acabo de llegar y todavía me estoy empapando de todo lo que me rodea. Lo que intento cada día es escuchar a la gente que ama el club y que tiene un sentimiento de pertenencia. Las personas pasan, el club persiste, pero los que llevan mucho tiempo son los que conocen los entresijos y las particularidades. Intento entenderlos para comprender lo que es el Deportivo.

Tito Ramallo es uno de esos empleados que conoce el club a la perfección y además es el exentrenador del Fabril, ¿cómo es tu relación con él?
No hemos tenido contacto todavía porque ha sido todo muy rápido, como una vorágine y cada uno debe tener su espacio. Estoy seguro de que, cuando coincidamos, hablaremos porque es importante conocer todas las opiniones y, sobre todo, las de la gente que conoce tanto al club, al equipo y a los jugadores.

¿Te habías encontrado alguna vez en la situación de relevar a un entrenador en el transcurso de una temporada?
Es algo que ya me ocurrió nada más dejar el fútbol por una lesión. Pasé de estar en el vestuario del Eldense como futbolista a entrenar al Campello, filial del Castellón, que estaba en Preferente y también en puestos de descenso. Nunca es agradable porque ha habido un compañero que pierde su puesto de trabajo. Me tengo que poner en el lugar del otro, pero esto es el fútbol y la rabiosa actualidad marca destinos inesperados.

¿Cómo es llegar a un equipo con la temporada ya empezada?
Pierdes un tiempo de pretemporada que es muy valioso y hay que ir a marchas forzadas, muy rápido, para que el equipo vaya asimilando los conceptos lo antes posible. Cuando llegué tenía la mente limpia para empezar de cero. Muchas veces, el no tener toda la información, es importante para ser más libre en la toma de decisiones. Donde yo veo un problema, intento encontrar una solución.

Nueve clubes en nueve años, ¿tan difícil es encontrar la estabilidad en un banquillo?
La estabilidad no existe para un entrenador. En esta profesión la palabra ‘exit’ está siempre muy cerca. Las figuras de Arsène Wegner, que estuvo más de 20 años en el Arsenal, o Simeone, que lleva bastante tiempo en el Atlético de Madrid, son complicadas de ver por la rabiosa actualidad que manda en el fútbol.

¿Son A Coruña y el Deportivo el lugar y el club para encontrar esa estabilidad?
Ojalá lleguen los resultados, nos salgan las cosas bien y pueda continuar aquí. Sería positivo para mí como entrenador y para el club, pero es algo que yo no puedo predecir. Lo más importante es vivir el presente, el día a día, olvidarse del pasado y no mirar hacia el futuro.

Has jugado más de 350 partidos en Segunda División B durante tu etapa como futbolista, ¿cómo ha cambiado la categoría desde que empezaste en el Valencia Mestalla hasta hoy?
El fútbol evoluciona constantemente, tanto para bien como para mal. En mis años como futbolista del Málaga, la Segunda División B era mucho más potente: estaban equipos como el Córdoba, el Cádiz o el Almería, históricos que han jugado en Primera. Era una categoría que económicamente estaba más cerca de la Segunda División A que ahora.

¿Ha influido la crisis global en el fútbol?
Sí. Y en Segunda B se ha notado porque los equipos han tenido que fichar a jugadores de canteras y a gente de fuera. Ha bajado el nivel competitivo, pero ahora llevamos dos o tres años en los que la estabilidad económica ha mejorado en todos los sectores de la sociedad y también en el fútbol.

¿Qué diferencias encuentras entre los futbolistas de tu generación y los que pasan ahora por tus equipos?
Antes había futbolistas que entendían mejor el juego, que venían de un trabajo en la calle. Ahora los futbolistas se lo encuentran todo hecho por cómo es la sociedad actual. Tenemos que recuperar el espíritu amateur sin olvidar la parte profesional y conseguir que las nuevas generaciones jueguen al fútbol por pasión, no por una cuestión económica o de status.

¿Cómo ha cambiado el juego en el campo?
La velocidad y precisión en la toma de decisiones, tanto a nivel de talento como de forma condicional, son ahora mucho más importantes porque el fútbol se juega con 20 tíos en solo 40 metros.

¿Y en la preparación?
Antes el cuerpo técnico estaba formado por un entrenador, su segundo y un preparador físico. Ahora tenemos técnicos especializados, analistas, vídeo... Hay muchos más medios y trabaja más gente para conseguir la mejora de los jugadores de manera individual y para que influya positivamente en el colectivo.

¿Cómo es el trabajo de un entrenador en el fútbol formativo?
Somos entrenadores, pero tenemos que guiar al futbolista, que en estas edades se equivoca mucho. Para eso me considero un técnico muy cercano y exigente, son dos aspectos que no puedo negociar. Más allá del futbolista hay una persona y los problemas personales pueden afectar al futbolista. Mi despacho está siempre abierto para ellos, aunque no quiere decir que vaya a jugar el domingo. Hay que saber separar los conceptos.

EL PENALTI DE DJUKIC

“Estaba calentando, tengo flashes, fue un partido imborrable”

Nadie olvida en A Coruña aquel sábado 14 de mayo de 1994, cuando González detuvo el penalti de Djukic que dejó al Depor sin la Liga. Un veinteañero Sergio Pellicer, entonces en el Valencia Mestalla, estaba convocado por el primer equipo y se encontraba en el estadio de Riazor.

¿Cómo recuerdas aquel momento?
Estaba calentando, tengo flashes, fue un partido imborrable. No fue una situación agradable para el Depor, pero yo era un chaval joven y vivía en una nube.

¿Entiendes la celebración de González?
Los deportistas tienen que jugar a ganar cada partido, pero yo no tenía esa relación con el primer equipo ni compartía esa alegría. Aquel día le pudo servir al Depor para acabar ganando una Liga.

Más personal

“Mijatovic era como una bailarina, todo velocidad y precisión”

El actual entrenador del Fabril dejó su pueblo con 15 años por un sueño, el fútbol. Ahora tiene 45 y vuelve a casa para ver a la familia y abastecerse de Clemenules: “Es la mejor clementina del mundo”. Absorto por su trabajo en el filial blanquiazul, todavía no conoce A Coruña como a él le gustaría, pero ya ha probado el pulpo o el raxo. Vive solo cerca del estadio y resalta las figuras del técnico Guus Hiddink y el exfutbolista Pedja Mijatovic, con los que coincidió en el Valencia.

¿Cuál es el entrenador qué más te ha marcado en tu etapa como futbolista?
Hiddink, sin ninguna duda. Es un entrenador que llegó a un Valencia acostumbrado a un fútbol más físico y de garra y que aportó una nueva manera de trabajar, el gusto por el balón y el ataque posicional. Tuve la oportunidad de entrenar casi toda la temporada con el primer equipo y lo noté muchísimo.

¿Y un futbolista con el que hayas compartido vestuario?
Mijatovic, por su manera de golpear y de desplazarse por el campo. Era como una bailarina. Todo velocidad y precisión, lo más difícil en el fútbol. He coincidido con otros buenos futbolistas en Segunda B, pero una vez que tocas caviar...

¿Qué jugadores elegirías de los que han pasado por tus manos?
En mi etapa con los juveniles del Valencia he tenido varios, como Gayá o Fede Cartabia, a los que les tengo un cariño especial. Del Málaga recuerdo a En-Nesyri, que llegó con 18 años del fútbol marroquí sin entender el idioma ni el juego.

¿Tienes alguna manía?
Ninguna, pero pienso mucho. Le doy muchas vueltas a todo porque creo que un entrenador tiene que estar siempre en duda permanente y en un reciclaje continuo.

¿Qué haces en tu tiempo libre?
Desde que he llegado a Coruña no he tenido tiempo para nada. Tengo ganas de pasear y hacer deporte, pero no he podido disfrutar todavía de la ciudad.

¿Has probado la gastronomía coruñesa?
Por ahora me quedo con el pulpo y el raxo.

¿Cómo venderías Nules, tu pueblo?
Por la clementina, la Clemenules, que es la mejor marca del mundo (risas). Cuando vuelvo por Navidad cargo el coche y me acuerdo del olor a clementina de cuando era pequeño y mis padres tenían huerto.

¿Cómo llevas la distancia con tu familia?
Ya hemos vivido otras situaciones así, es el camino que tenemos marcado por la profesión que he elegido. Veo diariamente a mi mujer y a mi hija gracias a las nuevas tecnologías, aunque no les pueda tocar.

Sergio Pellicer García (I): “La estabilidad no existe para un entrenador”

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