Es una futbolista reconocible. Primero por su estatura –como dice su entrenador, las mejores esencias van en frascos pequeños–, después por su posición –¿quién no se fija en una mediapunta?– y, por último quizá más importante, por su juego. Lourdes Yaurimar Moreno Beleño (25 de enero de 1997 - Barinas, Venezuela) es Kika, una de las jugadoras más desequilibrantes del Deportivo Abanca.

Es desequilibrante, sobre todo, por la velocidad con la que transporta el balón pegado a cualquiera de sus pies. Rompe líneas con esas circulaciones vertiginosas en las que parece que puede perder la pelota pero nunca. Raras veces lleva la bola hacia su campo. Kika tiene mucho de centrocampista pero también de delantera: buen último pase, gran disparo y la portería contraria en el punto de mira. 

Lesiones

La palabra lesión es su gran enemiga y su tobillo derecho es la articulación maldita con la que ha tenido que pelear en abril de 2018. Tal vez ese problema físico le haya limitado, a posteriori, a la hora de competir en una categoría tan exigente como la Primera Iberdrola. Esta temporada, las titularidades de Kika se cuenta con los dedos de una mano.

Manu Sánchez sigue contando con ella –ha disputado 16 partidos de 21–, aunque de una manera diferente a cuando deslumbraba sobre el césped de Ponte dos Brozos. “Ser suplente es un trabajo más mental que físico. Hay días que estás bien y en otros es inevitable sentirse mal”, declaraba la propia Kika en una entrevista para este diario.

Olfato goleador

A pesar de haber sido titular en solo tres ocasiones, Kika no ha perdido del todo el olfato goleador (3). Solo Peke (14), Gaby (10) y Alba (5) han marcado más goles que ella. Su primer tanto de la temporada fue contra el Espanyol el pasado mes de enero. “Necesitaba ese gol para tomar aire y desahogarme de tantas cosas que hay detrás y no se ven”. Se liberó y semanas después completó la memorable remontada en Valdebebas contra el Tacón (3-4) con un golazo en el último minuto.

Con 23 años cumplidos el pasado enero, Kika tiene contrato con la entidad blanquiazul por una temporada más, hasta junio de 2021. Y meses por delante para tratar de recuperar las sensaciones y el juego de lo que fue desde su llegada al club en 2017: el vértice afilado que desequilibraba en el vértice del rombo del Deportivo Abanca.