Esperando por el deporte
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Esperando por el deporte


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Se cumplieron los peores pronósticos y el deporte ha parado. Al menos, el federado autonómico en Galicia. Queda, de momento, el de ámbito nacional, mientras los indicadores de la pandemia en España siguen, aunque menos, subiendo. Cuesta entender que se quite el deporte pero se siga permitiendo acudir a centros comerciales, aunque haya limitaciones. Que no se pueda correr sin mascarilla, entendible ponerla si te cruzas con gente que pasea, pero que te puedas parar (los pocos que lo hacen y no se dedican a caminar) a fumar en la calle y quitártela.


En el país de los salvoconductos, que el toque de queda no se adelante a las ocho en realidad tampoco importa mucho.


Desde las 18 horas está todo cerrado, no hay a dónde ir ni con quién, no se permite estar con no convivientes, ni siquiera pasear con ellos o pararte a saludar a un conocido.


Entendiendo que todas las medidas son coherentes y necesarias para el objetivo común que se persigue, que no es otro que aliviar la presión hospitalaria, cortar los contagios y evitar un nuevo confinamiento, vamos a cumplir un año en un estado de poca esperanza, en la que solo alivia ver el deporte por la televisión. Con gimnasios y centros deportivos cerrados, sin competiciones gallegas ni zonales, restringiendo movilidad y ejercicio, está ahora por ver qué efectos tendrá a medio y largo plazo este sedentarismo, necesario por la situación, pero cruel sobre todo para los más pequeños que son, los que sin ninguna duda, más y mejor están cumpliendo.


Mientras tanto, esperamos y deseamos que el deporte regrese, que nos permita desconectar de una realidad que nos sobrepasa por momentos y que nos libere de un estrés y una presión que nos hacen mella y que antes contrarrestábamos con una práctica deportiva que se ha quedado en stand by.

Ojalá vuelva pronto.

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