‘Kilómetros’ es el nombre del primer disco de los nueve de Silvia Penide (A Coruña, 1979). Y kilómetros son los que recorría de pequeña, de Meicende hasta A Coruña, para ir a nadar a la piscina de Riazor; y los que hace ahora en una de sus actividades favoritas para desconectar del mundo y de la tecnología, el senderismo. Subir las escaleras hasta su casa, en un quinto sin ascensor, también podría sumar kilómetros al final de la semana. Sobre todo si llega al portal y se da cuenta que se ha olvidado arriba la guitarra. Natación y voleibol cuando era pequeña. Bicicleta y senderismo de mayor. Silvia Penide tiene más relación con el deporte incluso de lo que ella piensa.
¿Fue una niña muy deportista?
De pequeña hacía natación con el cole, que era algo que me gustaba. Íbamos a la piscina de Riazor y nos llevaban en bus desde el cole en Meicende. Destacaba un poquito, lo que pasa que luego lo dejé. Después practiqué también voleibol cuando era adolescente y eso ya no se me daba tan bien, pero sí era divertido. Jugaba en el equipo del colegio, íbamos en bus a los partidos, escuchando música... Era algo que era más divertido que reseñable en cuanto al deporte en sí.
¿Es una deportista social?
Sí, llegué al voleibol por los compañeros del cole y natación era la actividad extraescolar. Sí que llegué a competir, era algo que me gustaba. Lo que pasa es que justo llegué a la adolescencia, lo dejé y enganché con el voleibol, y fue por eso, por mis amigos, por el colegio. Yo era de las peores, pero me lo pasaba genial, me reía de la situación un montón. Aprendí además un montón de valores que van asociados a los deportes de equipo.
Sin embargo, la natación es un deporte muy individual.
Sí, pero al principio no, porque cuando aprendes a nadar, yo tendría ocho o nueve años, estábamos en grupo, todos con nuestra tablita. Luego ya, según vas desarrollando habilidades, vas pasando a un grupo u otro. Pero antes de ese paso sí que era social. Incluso recuerdo una niña que no quería entrar nunca a la piscina, que era una amiga mía de clase. Todos la animábamos a entrar y ella lloraba, no quería, le costó un montón.
Cuando canto hago muchísimo deporte, que parece que no, pero hay todo un aparato que tenemos por dentro los cantantes
Y un deporte muy duro.
Y conlleva además tener una cierta organización para tener todo en orden, preparar tu bolsita, ir, venir... Ahora lo pienso con perspectiva y digo, jolín, que bien estaría haber adquirido esas rutinas, pero claro…
¿Le pudo ayudar a mejorar la capacidad pulmonar para ahora cantar?
Cuando canto hago muchísimo deporte, que parece que no, pero hay todo un aparato que tenemos por dentro los cantantes, que eso como no lo tengas entrenado... En el mes de enero tuve una pequeña operación, nada grave, pero sí que tuve que estar desconectada del escenario. Ahora que he vuelto lo noto un montón. Yo canto con el diafragma muchísimo, y parece que no, pero sí haces abdominales y trabajas un montón de zonas del cuerpo. Ahora que estoy volviendo, incluso en los primeros conciertos tenía agujetas, que hacía años que no me pasaba.
¿Retomó el deporte de mayor?
Lo que tuvo una cierta continuidad para mí fue la bicicleta, que la utilizaba además mucho como transporte dentro de la ciudad, iba con ella a todas partes. Y a día de hoy, poco, la verdad, hago en casa alguna cosita, que tengo unas pesas. Y vivo en un quinto sin ascensor, eso también debería de convalidar. Sobre todo cuando llegas al portal y dices, ostras, que tengo que volver, que me he olvidado la guitarra o el teléfono (se ríe). Y lo que sí que me gusta mucho es ir a caminar, a hacer rutas, los fines de semana. Tenemos un grupito que nos juntamos para hacer senderismo y recorrer sitios. Me gusta mucho salir a la naturaleza, me desestresa un montón del día a día.
Ir a caminar a la zona de los Menhires y ver mar abierto me parece que es algo espectacular
¿Qué rutas recomendaría?
Hay una en la zona de Arteixo, la ruta de Sisalde. Hay unos molinos y es una ruta que está genial porque puedes elegir si hacer recorridos más largos o más cortos. Y aquí en Coruña tenemos muchísima suerte de que tenemos mar abierto a dos pasos. Te vas a caminar a la zona de los Menhires y ves mar abierto que me parece que es algo espectacular. Me ayuda también a desconectar de las pantallas. No me gusta ir con el teléfono. A lo mejor saco alguna foto, pero procuro llevarlo guardado. Y como mi trabajo es muy de cara al público, es un poco mi momento de introspección. No me gusta ir sola, eso sí, me gusta compartirlo con alguien, aunque solo sea ir con una persona más, filosofas un poco más cuando vas andando.
Si no saca fotos en las rutas, tampoco será de las de ir a los conciertos con el móvil.
Cada vez me he vuelto un poco más aséptica en redes sociales, cada vez me apetece menos mostrar cosas de mi vida personal. No sé bien por qué, pero no me apetece. Cuando estoy en algo que requiere una cierta concentración, intento desconectar totalmente el teléfono, apagar incluso. Creo que conecto más con las cosas y con las experiencias.
¿Como artista le molesta eso en los conciertos?
A mí particularmente no me importa siempre que no moleste a quien esté a su lado. Puede ser algo importante para ellos. Una vez una chica estaba hablando con alguien de Portugal que le gustaba mucho mi música, entonces estaba haciendo una vídeollamada y al final acabé hablando yo con esa persona también. Pero sí que cuando soy espectadora, por ejemplo en el cine, me molesta un montón cuando alguien mira el móvil, no sé si se dan cuenta de la cantidad de luz que proyectan.