Carlos Arévalo lidera el Olimpo del deporte coruñés como único deportista con dos medallas en los Juegos, conseguidas en dos citas diferentes, plata en Tokio y bronce en París, a las que añade un diploma. Además en la capital francesa por primera vez dos deportistas de la ciudad y su área de influencia subieron al podio porque a la medalla del piragüista betanceiro hay que añadir el bronce del boxeador Enmanuel Reyes en 92 kilos.
Son ya siete las medallas coruñesas en el gran evento deportivo y dos las protagoniza Arévalo, si bien el único oro sigue siendo el conseguido por la regatista Sofía Toro en Londres 2012, cuando junto con Támara Echegoyen y Ángela Pumariega se proclamó campeona olímpica de la clase Elliot 6m. El récord de participaciones olímpicas, no obstante, pertenece al ya fallecido Jaime González Chas, que compitió en tiro en cuatro Juegos (México 68, Múnich 72, Montreal 76 y Moscú 80), además de ir a dos más como entrenador.
La cuenta se abrió en Amberes 1920. La primera medalla y la más curiosa. Porque Ramón González no llegó a jugar ni un solo minuto del torneo de fútbol en el que España se colgó la medalla de plata. Curiosa historia la de este coruñés, jugador del Vigo, que se puso enfermo en el tren camino de Bélgica y que pasó ocho días en el hospital, por lo que no llegó a pisar el estadio de fútbol pese a ser uno de los indiscutibles del seleccionador. Recibió igualmente la medalla, que hoy en día siguen custodiando sus nietos junto al resto de sus recuerdos imborrables y testigos de otra época.
Abrió el camino, pero después hubo que esperar más de medio siglo, 64 años, para la siguiente vez que un coruñés pisó el podio olímpico. Fue Fernando Romay en Los Ángeles 1984. La selección española de baloncesto llegaba tras haber sido cuarta en Moscú, también con el pívot en sus filas, y consiguió subir dos escalones. Fueron los precursores de los años dorados del baloncesto español y llegaron hasta la final ante Estados Unidos haciendo que media España pusiera el despertador para ver su final en directo.
La tercera no es oficial. Porque el hockey sobre patines solo fue un deporte de exhibición en Barcelona 1992. José Antonio Samaranch peleó para hacerle un sitio al deporte del stick en el programa olímpico, pero aquella fue una gran oportunidad perdida para que la semilla del hockey rodado prendiese en más países del mundo. Alejandro Avecilla fue el representante coruñés en aquella selección olímpica a la que Argentina privó del oro en casa en la final.
A esta plata le siguieron años de sequía, dos décadas de travesía sin grandes resultados e incluso sin representantes, como en Pekín 2008, para los que no se clasificó ningún deportista coruñés. Para los siguientes, Londres 2012, Sofía Toro en vela rompió con la mala racha a lo grande, con el primer oro. El Xiquitas Team, del que formaba parte junto a Támara Echegoyen y Ángela Pumariega, llegó de tapado pero hizo un competición impecable para ir pasando rondas sorprendiendo a las favoritas y plantarse en la final, en la que se impuso a Australia.
Su sucesor fue Carlos Arévalo. El palista de Betanzos ya es historia. Plata en Tokio con el K4 500 y quinto en el K1 200. Bronce en París, donde le faltó la guinda del K2. Y aún puede seguir ampliando la cuenta si aguanta hasta Los Ángeles 2028.
Lo mismo que Enmanuel Reyes. Él se quedó a las puertas en Tokio, al caer en cuartos de final, y en Francia llegó a semifinales y se colgó un bronce que sabe a oro.