A veces me gusta ponerme en la piel de los futbolistas. De hecho, y siendo totalmente sincero, me gustaría en muchas ocasiones tener una cámara oculta para poder ver las reacciones de los jugadores en determinadas situaciones. Pero a falta de pan, bueno es imaginarse las caras y en las siguientes líneas le voy a pedir que me compre la idea de hacerlo con la de Pablo Vázquez el próximo lunes, cuando entre por la puerta de la ciudad deportiva de Abegondo.
El central valenciano sabe desde hace más de un mes que el Deportivo no cuenta con él. Desde la dirección deportiva no se ha reconocido esta situación públicamente, pero todos sabemos que en el fútbol hay muchas formas, algunas más discretas que otras, de hacerle entender a un jugador que su ciclo en un club ha llegado a su fin.
El caso es que saludará a sus compañeros y verá que su competencia en la posición de central, esas piezas que provocan que no tenga sitio, son Dani Barcia (el señor Dani Barcia para Vázquez), Lucas Noubi y Arnau Comas. O, lo que es lo mismo, tres jóvenes con gran potencial, pero que acumulan entre todos menos partidos en la élite que el valenciano. Dos de ellos recién salidos de la enfermería y uno cuya progresión se vio cortada el curso pasado, en el que terminó sumando minutos en la tercera división belga.
Que nadie me malinterprete. Los tres han dado muestras sólidas de su talento y no debería sorprender a nadie si alguno de ellos termine la temporada entre los mejores centrales de la categoría. Desde luego eso es algo que espera Fernando Soriano. Pero, al mismo tiempo, comprendo igualmente que un futbolista como Pablo Vázquez, que ha demostrado ser competitivo como el que más, esté convencido a 5 de julio de que puede salir victorioso en la pelea por un puesto en el centro de la defensa blanquiazul. Ese lugar donde, si miramos al último lustro deportivista, pocos le aguantan la comparación al de Gandía.
Supongo que Vázquez debe de estar flipándolo bastante fuerte. Pero viajando ya por esta madriguera, permítanme también pensar en la cara de Antonio Hidalgo. Ahora mismo todo son vino y rosas. Elogios para el nuevo técnico por parte de la dirección deportiva. Él es el primero en saber que esa fase de enamoramiento durará tanto como duren los resultados.
Es por eso que los entrenadores suelen pedir certezas. Y parece bastante probable que cuando Hidalgo se presente ante su nueva plantilla y la preparación avance, el que más ofrezca de todos los centrales que tendrá a su disposición sea Pablo Vázquez. Sobre todo si tenemos en cuenta que Comas llega directo del quirófano y tendrá que ponerse a punto antes participar al cien por cien en la pretemporada; y que Noubi necesita pasar el proceso de adaptación necesario de todos los jugadores, especialmente para los jóvenes de 20 años como el belga.
Sospecho que los movimientos en la defensa no han terminado y falta la guinda que cambiará las caras. La de Hidalgo, la de Vázquez y también la de una parte del deportivismo que se pregunta si es tan evidente que el valenciano no tiene hueco en el próximo Dépor. También la de esos equipos que han llamado a su puerta y a la del club coruñés y se han encontrado con unas exigencias que entienden desmedidas para un futbolista al que en A Coruña dan por amortizado.