OPINIÓN | ‘Vamo a calmarno’
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OPINIÓN | ‘Vamo a calmarno’

OPINIÓN  |  ‘Vamo a calmarno’
Zakaria Eddahchouri

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Marcó Eddahchouri y se desahogó con una celebración de manual: grito rabioso, carrera hacia el banderín, genuflexión deslizante y mirada buscando la conexión con la grada. Los pocos compañeros que lo siguieron lo hicieron tarde y con timidez, como si les diese apuro. El neerlandés hizo entonces aquello que los ingleses llaman “leer la habitación” y para el segundo se guardó la alegría, apenas levantó un puño y a otra cosa.


La goleada al Albacete tuvo por momentos la energía del Trofeo Emma Cuervo, convencidos como estaban los dos equipos de que ya ni siquiera el Zaragoza teme al Eldense feroz y que lo que se jugaba en Riazor era un partido que podía ser trámite o escaparate, pero muy difícilmente competición. En resumen, la temporada del Deportivo se terminó cuatro jornadas antes de tiempo y eso desconcierta a muchos. Será la falta de costumbre.


Hay clubes que pasan por el fútbol como pasaba Kierkegaard por las calles de Copenhague: simplemente están allí, siempre a la misma hora en el mismo lugar, alardeando de su rutina. Hacen paisaje. Diez años atrás, al club coruñés se le ocurrió encadenar un par de permanencias en Primera División. Se decretó el estado de alarma. Alguien gritó que optar al puesto 17 de la tabla era una ordinariez y, siendo esta la casa de las cosas extraordinarias, nos conjuramos como institución en regresar al amago de infarto en cada final de temporada. Hasta ahora.


Siento una curiosidad sincera por ver qué nos ocurre al fenómeno social llamado Deportivo en este mes de torneo sin más aliciente que rebañar todo lo que podamos del festín Yeremay y, quizás, desentrañar el misterio Patiño, lo cual, dicho sea de paso, sería un broche perfecto a una temporada que arrancó con la Patiñomanía, si es que alguien aún lo recuerda. Estoy expectante, justo lo que no se pueden permitir los responsables del club. Demostrarían saber muy poco del entorno que habitan si creen que estas semanas serán de tregua para ellos.


La masa social vive ya en la temporada 2025-26. Cualquier referencia al 30 de junio como punto de partida del verano provoca hilaridad. Como decían los grandes almacenes, “ya es verano en el Deportivo”. Bien harán en los despachos de Abegondo (que conste en acta que tecleé “plaza de Pontevedra” primero y una lágrima se me escapó al pulsar “delete”) en aceptar que el futuro es ahora y que el interés del socio y del fan no entiende de tiempos contractuales.


Para Fernando Soriano y Massimo Benassi, esta demostración a vuelapluma del uso del punto y coma para que sepan a qué atenerse: la continuidad de Óscar Gilsanz; los méritos que se buscan en un entrenador; la cláusula de Yeremay (y, por si acaso, la de Mario Soriano, Mella y Helton); el futuro de Chacón, Iano, Ochoa y Nájera, por ejemplo; el pasado de Davo y Alcaina; los minutos que habrá para a todos esos muchachos que vamos a descubrir en los playoffs de Fabril y Juvenil; el mucho dinero para fichar; el ascenso sin tabúes; su propio futuro en el club, incluso.  


“Primeiro obxectivo cumprido!”, celebraron los marcadores de Riazor el domingo. “Sí, sí. ¿Pero y ahora qué?”, se escuchaba al salir a la avenida de la Habana. Somos insaciables.

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