Poco tendrá que ver el primer Mundial, celebrado hace 94 años, con el está previsto para 2030. Sí, ayer se dio un nuevo paso para que también A Coruña sea parte de esta fiesta global que acogerán seis países de tres continentes diferentes. Un espectáculo que seguirán aficionados de todo el mundo. Y que tiene que ayudar a fomentar valores universales, algo en lo que se insistió en el mucho en el acto que organizó ayer la FIFA.
El organismo rector del fútbol del planeta es consciente de la repercusión que tiene este deporte en la mayoría de los países. Es curioso que le cueste tanto tener más relevancia en potencias como Estados Unidos y Japón. Pero en cada sitio el balompié tiene su parcela. Más grande o más pequeña.
De ahí que siempre la FIFA intente fomentar su imagen más amistosa haciendo hincapié en valores como la igualdad. Eso sí, no debe ser sencillo apostar por ese mensaje cuando hay tanto dinero en juego. Nunca se puede tener todo.
Por eso son tan criticadas las designaciones de países como Catar o Arabia Saudí para acoger Mundiales. Y ahora mucha gente se pregunta también por qué a Rusia también le otorgaron la edición de 2018.
Ese tipo de comentarios seguirán. Son inevitables en el mundo global, de las redes sociales y de las infinitas maneras de pensar. El caso es que los Mundiales no dejan de crecer. Como han hecho a lo largo de toda su historia.
Eso sí, en 1930 el mundo era bien diferente. Uruguay supo aprovechar que tenía una selección muy potente y que Europa estaba todavía recuperándose de la Primera Guerra Mundial, para dar el pistoletazo de salida a esta apasionante historia.
A partir de ahí empezó una lucha que todavía perdura, la de las naciones sudamericanas contra las europeas.
Y ahí cada uno destaca lo que más le interesa. El Viejo Continente presume de tener doce entorchados, por diez de la suma total de Brasil, Argentina y Uruguay. Pero la canarinha sigue siendo la selección más laureada, con cinco títulos. Y los uruguayos siempre recuerdan que las cuatro estrellas de su camiseta hacen referencia a los dos oros olímpicos de 1924 y 1928 (considerados como campeonatos del mundo) más los Mundiales de 1930 y 1950.
En definitiva, que todos estos datos han creado una bonita rivalidad, que parece que va a durar muchos años.
Y es que hay que recordar que no solo los títulos mundiales los acaparan equipos adscritos a la UEFA o a la Conmebol. También todos los finalistas. Selecciones europeas como Hungría, Suecia o Checoslovaquia dejaron pasar ese tren de la gloria que parece que será difícil que se repita.
Al final, tanto en el fútbol de clubes como en el que combinados nacionales, solo son unos pocos los que se llevan los premios gordos.
Habrá que ver qué sucede en las próximas ediciones de los Mundiales. Tendrán más equipos que nunca, 48, pero eso no significa que se vaya a ampliar la nómina de aspirantes que ya tenía el torneo con 32.
¿Y España? Todavía para 2030 queda mucho, pero después de ganar la Eurocopa ha reverdecido laureles no tan antiguos. Mucha gente pensaba que lo de 2010 no se iba a repetir jamás. Pero ahora es diferente.
Y más sabiendo que dentro de seis años la Roja será una de las anfitrionas. El Mundial va a suponer un reto en todos los sentidos. No solo deportivo. Pero lo bueno es que España está muy acostumbrada a acoger turismo a gran escala. Y Galicia también. Sobre todo en los últimos años, con la promoción realizada al Camino de Santiago.
Así que hay que prepararse para un Mundial que tendrá más de todo. Quedan seis años, pero en cuanto nos queramos dar cuenta ya estará aquí.