La salsa rosa del Barça B en los 80
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La salsa rosa del Barça B en los 80


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Muucho ha cambiado el fútbol en los últimos 35 años, eso es evidente. Y no sólo en la forma de jugar. Ahora las plantillas de los grandes clubes están plagadas de foráneos y suelen salir a jugar con casi todos sus jugadores nacidos fuera del país. Los partidos son muchos más, los futbolistas se retiran mucho más tarde (ese es un aspecto bueno, qué duda cabe) y, en definitiva, que el mundo en 2023 no se parece en nada al de 1988 y el fútbol no es una excepción.


Pues bien, los filiales de los grandes equipos también han cambiado mucho desde los 80 hasta ahora. En aquellos años estos equipos (Castilla, Barcelona At y Bilbao Ath. fundamentalmente) solían militar en Segunda División y sus enfrentamientos contra el RC Deportivo se repetían año tras año. En aquellos años en los que sólo se permitían dos extranjeros por equipo los filiales no solían tener ninguno (el Bilbao Athletic no, por descontado) y los jóvenes que formaban sus plantillas eran casi siempre jugadores que se habían recorrido todas las categorías inferiores hasta llegar ahí. Podía haber alguno que hubiese llegado desde otro club, pero no era lo normal.


Y fue en aquel año de 1988 en el que llegó a Barcelona una de estas excepciones. Se trataba de un jovencito neerlandés de 19 años llamado Danny Muller. El muchacho fue fichado de los juveniles de Ajax –lo cual ya era una buena carta de presentación- y aterrizó en la Ciudad Condal luciendo una melenita rubia muy ochentera que parecía más bien de un cantante ídolo de quinceañeras que de un futbolista. Pronto se supo que era el novio de Chantal, la hija de Cruyff, el cual había llegado ese verano para entrenar al Barça. El chico, en su primera entrevista, dijo que le habían fichado por lo bueno que era y no por ser el yernísimo del entrenador. Lógico. Qué iba a decir. Sin embargo, pronto el tiempo se encargó de demostrar la realidad. Esa temporada jugó 28 partidos sin demostrar gran cosa, marcó dos goles y perdió la titularidad en los últimos partidos en los que su equipo se jugaba la salvación. Su entrenador, Lluis Pujol, confesó años más tarde que le “aconsejaron” que alineara a Muller, lo que le ocasionó bastantes disgustos con Cruyff y su salida a final de temporada. De hecho, confesó también que la alineación de Danny Muller perjudicó el progreso futbolístico del jugador que estaba destinado a ocupar ese puesto en el centro del campo, que no era otro que Tito Vilanova. Coincidencias de la vida.


Al final de temporada el Barça Atlètic descendió a Segunda B, donde no se permitían extranjeros. El Barcelona intentó colocarlo cedido en otros equipos catalanes de Segunda como el Palamós o el Figueres, pero no coló. Para más inri, poco después Chantal Cruyff rompió con Danny Muller y empezó a salir con Jesús Angoy, portero también del Barça Atlètic, con lo que el muchacho se volvió a su país porque en Barcelona ya no pintaba mucho y tampoco creo que le apeteciese quedarse. Un buen Barcelona Atlètic el de aquel año. Tenían en plantilla a gente como el Chapi Ferrer, Guillermo Amor, Serer y Villena, que jugaron en Primera con el Mallorca y algunos más. Sin embargo, acabaron bajando a Segunda B. El que ninguno superara entonces los 23 años supongo que influiría bastante.


Bueno, pues 35 años después de aquello hoy nos vemos con el Barcelona Atlètic. No me consta que haya ningún yernísimo ni ningún protegido familiar en su plantilla. Tampoco tienen ningún jugador que supere los 23 años, tienen unos cuantos extranjeros en la plantilla, aunque no jueguen mucho y –lo más importante- nos sacan 7 puntos. Y eso es mucho. Aunque haya quien diga que los puntos en noviembre no importan.

La salsa rosa del Barça B en los 80

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