Rubi y Geri
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Rubi y Geri


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El asunto que eclipsa a todos los demás ya se lo imaginan ustedes cuál es: el caso de Rubi y Geri. Es uno de los casos más claros que dejan entrever lo que todos imaginábamos y de lo que no teníamos pruebas evidentes. Si no aparecen audios más comprometedores, quizá todavía no estemos ante ilegalidades pero sí deja clara la catadura moral de unos y otros. Las comparecencias ante los medios de comunicación han presentado el balance que podíamos suponer: yo no cobré nada de ti y tú no cobraste nada de nadie.


Una de las preguntas que se hace todo el mundo es la siguiente: ¿no tiene altos funcionarios la Federación Española de Fútbol que puedan negociar estos contratos y así ahorrarse el “atraco” de Piqué? O, dicho de otra manera: ¿por qué interesaba, por encima de todo, llegar a un acuerdo con el futbolista azulgrana? ¿Tiene mejores contactos, es más amigo de Rubiales que otros?


Cualquiera que haya escuchado las cintas y observe el chalaneo que se traen Rubi y Geri podrá sospechar lo que quiera de cara al futuro de las competiciones que dirija Rubiales. Ahora mismo, según las cintas, los equipos que interesan son el Real Madrid y el Barcelona. Con el equipo blanco casi campeón de Liga, el azulgrana tiene que clasificarse segundo y se halla empatado a puntos con el Atlético y el Sevilla. ¿Quién puede garantizar en este momento la neutralidad de los árbitros en las jornadas que quedan, cuando el estamento arbitral depende directamente del presidente de la Federación? No acusamos pero sí podemos sospechar porque cualquiera que quiera pensar mal está legítimamente autorizado tras oir las maniobras y tejemanejes entre uno y otro.


De uno se puede hablar de desfachatez infinita, tratando incluso de incluir en sus maniobras al Rey Juan Carlos I, algo sorprendente y que el emérito se quitó de encima con maestría. O esa petición a Rubi de tomar parte en los Juegos Olímpicos de Pekín o los privilegios a “su” Andorra. Todo ello da a entender con qué clase de tipo inmoral se juegan los cuartos los que traten con él. En el otro sentido, Rubiales llegó al fútbol ya sabemos para qué. No se puede demostrar con pruebas –de momento, aunque el que mal anda, mal acaba-, pero toda la afición española ha visto con nitidez los límites éticos de este sujeto que, en buena lógica, tendría que tomar la decisión de abandonar el fútbol español.

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