Yo no recuerdo si fue John Toshack o fue otro el que lo dijo antes que él. Me refiero a la frase que se pronunció tras un mal partido: “el sábado piensas en cambiar a todo el equipo, el lunes a siete u ocho, el jueves ya son tres o cuatro y, al final, al sábado siguiente pones a los mismos once c.br.n.s de siempre”. Viene esto a cuento porque el domingo pasado sentí vergüenza de los que salieron al campo contra el Elche. De los once que salieron de inicio, de los que salieron desde el banquillo, del entrenador, del segundo entrenador, de Suso no porque se jubilaba, del director deportivo, del director general… Y es que fue una vergüenza el partido que hizo el Deportivo. No voy a decir que no recuerdo un partido en Riazor donde a la media hora nos pusiéramos 0-3 porque sí que lo recuerdo. En la temporada 2012-2013 el Barça de un Messi en lo más alto de su carrera se nos puso con ese 0-3 en poco más de 15 minutos. Lo que pasa es que aquel día el Deportivo de Oltra y de los muchos portugueses tiró de orgullo y acabó el partido con un honroso 4-5 que bien pudo acabar en empate si un remate de Ze Castro casi con el tiempo cumplido no se hubiera ido ligeramente desviado.
Pero el domingo pasado no fue así. Ni orgullo ni nada. Sin casi ocasiones ni tiros a puerta. Ante un Elche que sí, que se jugaba el ascenso, pero que ni fue una apisonadora ni tampoco fue mucho mejor que el Elche de la primera vuelta, al que le sacamos un empate en su estadio. Me acordé de los que faltaban, que es lo que suele pasar en estos casos. Me acordé de los lesionados, me acordé hasta de Lucas. Al final hasta nos marcaron el cuarto gol por pura inercia. Si alguien marcaba algún gol más ese iba a ser el Elche. Nosotros no, desde luego. Me acordé de otro Dépor-Barça bastante más humillante. El de la temporada 2015-2016 donde nos dejamos ir en la segunda parte y aquel Barça, que sí era una apisonadora de verdad, hacía de cada llegada a nuestra portería un gol hasta completar un 0-8 vergonzoso. Pues eso me pareció el partido del domingo pasado, solo que esta vez no estaban enfrente ni Luis Suárez ni Messi, afortunadamente.
Y ya ha pasado una semana del partido ante el Elche, pero a mí no se me ha pasado el enfado. Vale que no nos jugábamos nada, pero el competir es lo mínimo exigible a un equipo. Lo mismo que en todos los partidos del mes de mayo. Ha sido certificar la permanencia y echarnos a dormir. Y claro, lo que en conjunto era una temporada bastante buena se ha tornado en un mal sabor de boca final que nadie se lo esperaba. Yo por lo menos no me esperaba esta indolencia final.
Posiblemente, con el transcurrir de los años, recordemos esta temporada como una buena temporada tras haber pasado cuatro años en el barro y nos olvidemos de este nefasto último mes. Ahora viene el verano y, aunque nos tengan entretenidos con la Nations League y con el Mundial de Clubes que se ha inventado la FIFA, nosotros estaremos expectantes viendo la configuración de la plantilla para el curso que viene. De momento parece que las noticias son confusas. Se ha comunicado a dos jugadores que no se les renovará (Jaime y Martínez), a otro no se le ha dicho aún nada (Hugo Rama). El mismo entrenador no sabe aún si le cambiarán por otro o se quedará porque no han encontrado a otro, como pasó cuando cesaron a Idiakez. Y luego los fichajes, que si son como los del año pasado casi mejor nos quedamos con los jugadores que ya hay en plantilla, que al menos ya los conocemos y tenemos 30 en nómina. O sea, que vamos sobrados. Y que se me vaya el enfado pronto. Eso también.