Resulta cuando menos curioso echar un vistazo al reportaje firmado por Israel Zautúa en estas páginas sobre la fluctuación del valor de mercado de los futbolistas de Segunda División, para observar de buenas a primeras que tres de los fichajes blanquiazules de la temporada recién finalizada ocupan el top-5 de desvalorización. Uno de ellos ya está de vuelta a su lugar de origen, puesto que se trata del cedido Nemanja Tosic. Los otros dos, sin embargo, cuentan con contratos de larga duración. Son Mohamed Bouldini y Charlie Patiño.
Desde Valencia, cuando se enteraron de la llegada del marroquí a Riazor, algunas voces me alertaron: “¿Pero cómo se os ocurre fichar a Bouldini?”, leí en mi WhatsApp varias veces aquel 29 de agosto del pasado del año. El tiempo ha dado la razón a esas voces, porque el rendimiento de Bouldini ha dejado mucho que desear. El club ya se afana en buscar un ‘9’ de garantías porque dentro del salto de calidad que se quiere dar desde Abegondo no tienen cabida ni el norteafricano ni Barbero. El problema con Bouldini es su contrato. Nada menos que tres temporadas más. Hasta ese mismo mes de junio de 2028 también firmó Patiño. Con el chaval al menos hay alguna esperanza, aunque tampoco es que sea juvenil. En octubre cumplirá 22 años. Las expectativas parecen haberle superado, porque sus cifras en dos campañas en la competitiva categoría de plata del fútbol inglés nada tienen que ver con el (poco) fútbol que ha mostrado hasta ahora de blanquiazul.
Mientras tanto, la dirección deportiva pone a Pablo Vázquez en la rampa de salida, después de haberlo hecho con otros dos centrales, Jaime y Pablo Martínez. Los tres con un rendimiento más que correcto. Cosas del fútbol, que a veces es inexplicable.