Nadie gana con la marcha de Lucas
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Nadie gana con la marcha de Lucas

Nadie gana con la marcha de Lucas

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Lo que nadie pudo haber imaginado hace un par de semanas ha sucedido. Lucas Pérez se ha marchado. Ha dejado de ser jugador del Deportivo. Y esta vez no ha sido como las dos anteriores. Esta vez no nos ha pillado en Primera División y se ha ido dejando 20 millones en caja. Ni esta vez se ha ido tras un traumático descenso a Segunda donde lo que menos nos importó fue que volviera a Inglaterra tras el año de cesión. Esta vez se ha ido siendo el santo y seña del equipo. Se ha ido siendo el espejo en el que se miran los niños que llevan orgullosos su camiseta al campo con el nombre de Lucas en la espalda. Se ha ido esa seña de identidad que siempre se necesita en un club. Ese que juega en el Deportivo porque es del Deportivo y no por dinero.

 

¿Y quién gana con la marcha de Lucas? No gana nadie. Pierde el club, perdemos los aficionados y pierde el propio Lucas. Si se quiere sacar algo positivo de esto es que por fin podrá estar cerca de su hijo, que al fin y al cabo es lo más importante. Lo ideal sería que su hijo siguiera viviendo en A Coruña y Lucas jugando en el Deportivo, pero por motivos que no vienen al caso y porque paso de andar con marujeos catetos, su hijo reside ahora en Madrid y lo peor que le puede pasar a un padre es que le priven de estar junto a su hijo. Ahora podrá estar junto a él y todo lo demás pasa a un segundo plano.

Pero lo que debería haber sido una despedida inesperada pero por todo lo alto se ha vuelto un tanto desagradable. Ha tenido que salir Lucas a dar todo tipo de explicaciones acerca de su marcha. Ha aludido a una falta de cariño que para nada tiene que ver con el “cariño” que demandaban futbolistas como Ronaldo o Rivaldo cuando pedían un aumento de sus emolumentos. Lucas no necesita nada de eso. Parece que algunos olvidan que vino al Deportivo poniendo dinero de su bolsillo para bajar dos categorías y firmando un contrato muy inferior al que tendría en cualquier equipo de Primera División. Dijo que venía para ayudar y lo demostró desde el primer día. Huyó de cualquier protagonismo en favor del colectivo. Demostró que el equipo está por encima de todo desde el día de su debut ante Unionistas cuando le cedió el balón a Quiles para que fuera él quien lanzara el penalti, ya que era el encargado hasta ese momento. Nunca le negó a nadie un autógrafo, una foto o una sonrisa. Y, por qué no decirlo, si hemos salido del pozo de Primera RFEF ha sido gracias a Lucas. Con mucho, el mejor jugador de la categoría. Ahí están sus cifras de goles y asistencias.

 

Pero se ha ido. Y ha tenido que hacerlo desmintiendo informaciones (mejor dicho, desinformaciones) deplorables. Que si estaba en Madrid negociando o pasando reconocimientos médicos. De pena. Se ha ido y ya no tendremos exhibiciones como la de Cádiz. Ya no estará para echarse el equipo a la espalda como hizo el año pasado en muchos partidos. Nuestras jóvenes estrellas como Mella o Yeremay ya no tendrán esa referencia para seguir creciendo. En definitiva, hemos perdido mucho más de lo que nos pensamos.

Ian Mackay no se fue de la mejor manera. Álex Bergantiños dejó su puesto en la directiva en menos de un año. La imagen de Imanol Idiakez llevándose sus pertenencias en una bolsa de basura fue dantesca. Ahora la amarga despedida de Lucas sin dar nombres pero contando todo de forma valiente. No sé si estamos otra vez ante la autodestrucción que decía Víctor Fernández pero desde luego parece que no aprendemos.

Mucha suerte, Lucas. Y gracias por sacarnos del pozo. Nunca lo olvidaremos.

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