En los últimos días no se ha dejado de hablar del encuentro que el Fuenlabrada no disputó en la temporada 2019-2020 en Riazor en la fecha prevista (veinte de julio de 2020) al decretarse su suspensión por varios casos positivos de Covid entre los componentes del equipo madrileño.
Unas semanas después, el siete de agosto, el partido sí se celebró, pero daba igual ya que la competición estaba adulterada al no haberse respetado el horario unificado de los enfrentamientos en los que se decidía el descenso a la categoría inferior.
Todos los que forman el Real Club Deportivo –propietario, consejo, cuerpo técnico, jugadores y afición– tienen claro que lo sucedido gozó del beneplácito de los órganos rectores del fútbol estatal, provocando lo que ha sido uno de los atropellos más graves de la historia del balompié patrio. Pero hoy no es el momento de retomar esa iniquidad. Ahora lo que toca es mirar adelante y que la tropelía sufrida sea un acicate para volver a ganar y recuperar el lugar que le corresponde al RCD, pese a quien(es) le(s) pese.