Hace unos años entrevisté a un afamado deportista. La conversación resultó amena y con el paso de los minutos se mostró más cercano, ello facilitó poder escucharle varias confidencias y anécdotas simpáticas de su gran trayectoria.
Pese a esta sintonía, no contestó a una de mis preguntas; para ser sincero sí lo hizo, pero con la condición de no publicar la respuesta. Me negué y él obvió la cuestión, que no era otra que “sin contar las lesiones o cuando no juegas, ¿cuál es el peor momento de la temporada?”.
Al finalizar el encuentro, aseguró que se había sentido “bastante cómodo”. Yo asentí con la cabeza y le pedí que no tardase tanto en concedernos la siguiente entrevista. Sonrió y bajando el tono de voz me confesó “sobre tu pregunta sólo decirte que es cuando tienes que jugar un partido después de tus principales rivales. Es insoportable y te asalta el miedo, pues si ganan, no puedes fallar; y si pierden, tampoco”.
Esta misma sensación la vivirá este domingo el Real Club Deportivo al vestirse de corto un día después del Alcorcón, el Castilla y el Córdoba.