Lesiones por saturación
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Lesiones por saturación


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Hay una cuestión que en las últimas semanas afecta de manera determinante al mundo del fútbol y que en estas fechas no pasan desapercibida. Me refiero a la saturación de compromisos competitivos que está dejando llenas las enfermerías de los clubes de fútbol.


Habría que volver a analizar por qué ha aumentado el número de lesiones que se producen en los terrenos de juego y que afectan cada vez a un mayor número de jugadores. No parece normal que a estas alturas de temporada se cuenten por decenas el número de jugadores aquejados por algún tipo de dolencia que los aleja del campo. Lesiones importantes de rodilla, dolencias musculares que no se acaban de curar y un largo número de patologías que obligan al futbolista a parar.


Sucede que cada año que pasa los deportistas reciben mayores atenciones preventivas por parte de los médicos, una meticulosa preparación física, una alimentación más acorde a sus esfuerzos, despliegan su juego en cuidadísimos campos de hierba, los árbitros sancionan con mayor severidad el juego duro y, en fin, que trabajan en un entorno más protegido y menos peligroso que hace lustros.


Creo que fue Guardiola quien a principio de temporada -a raíz de la grave lesión de Kevin De Bruyne, - advertía del riesgo de sobrecargar a los profesionales con un calendario repleto de partidos a los que se unían las obligaciones con las selecciones nacionales. Abogaba el técnico por reducir el número de partidos en un país donde además de la Premier League, se disputan la FA Cup, Carabao Cup y Community Shield. En España pasa algo parecido con la Liga, Copa y Supercopa. Otro tanto en el resto de países europeos. A esto hay que sumarle las competiciones europeas y una Copa Intercontinental que se coloca con calzador en el apretadísimo calendario competitivo.


Esta plaga de lesiones no parece fortuita y, como decía, responde a un inusitado interés por parte de los distintos organismos (FIFA, UEFA, ligas profesionales, federaciones nacionales) de continuar con el estrepitoso afán de recaudar y exprimir el negocio del fútbol. Un negocio que empieza a dar síntomas de hartazgo y agotamiento.


Cuidar el fútbol dosificando el número de competiciones empieza a ser un requisito indispensable para salvar a los actores principales de este invento, que no son otros que los jugadores. Si no se reducen los compromisos de clubes y selecciones con competiciones intranscendentes -sirva como ejemplo la UEFA Champions League de selecciones nacionales- se corre el riesgo de saturar al profesional que está en el campo y de paso a una afición que no demanda ver torneos de garrafón.
 

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