Kit de supervivencia
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Kit de supervivencia

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Aún no se me ha pasado de todo el susto, pero el caso es que ya he separado en un rincón de la cocina varias botellas de agua y un surtido de conservas, he hecho acopio de cerillas y velas, estoy pensando en qué modelo de transistor me agencio, cuántas pilas me hacen falta para la linterna y si me quedan pastillas suficientes para el hipotiroidismo. Y todo porque la Comisión Europea advirtió hace unas semanas de que en el mundo de 2025 nadie en el continente está libre de verse inmerso en una guerra, una crisis sanitaria, una catástrofe natural o un ataque cibernético. “Todos los ciudadanos deben preparar un paquete de emergencia de 72 horas en caso de crisis”, ordenó. Bombardeado y sin acceso a Twitter, para que luego digan que Dios no castiga dos veces.


Tengo un kit de supervivencia, o casi. Lo tengo yo y lo tiene el Deportivo. Y es gracias a él que sobrevive en mitad de la tabla. Porque mientras muchos insisten en señalar hacia el playoff de ascenso y otros afean el rendimiento discreto en Anduva (como si mantener la salud mental no fuese un éxito tras ingresar en el frenopático gestionado por Muresan Muresan al silbato y Ais Reig al sonajero), yo admiro la adaptabilidad del equipo para mantenerse de pie ante cualquier tipo de zarandeo, precisamente cuando le quedan tan pocos clavos a los que agarrarse.


Si repaso el álbum de cromos de la plantilla, se me despegan todas estas postalillas: Barcia, Ximo, Obrador y Escudero, todos ellos destinados o aupados a la titularidad, nocaut; la pólvora de los ocho futbolistas, Yeremay aparte, que la web oficial del club designa como delanteros, más mojada que las procesiones de esta Semana Santa; el cuentakilómetros de Jurado, Mella y Soriano, pidiendo repostaje más pronto que tarde; una nómina de suplentes ávidos de que se certifique que nos quedamos en tierra de nadie para quizás poder acceder a los minutos que el grupo titular apenas ha cedido en lo que llevamos de campaña.


En este escenario de privaciones donde menguan los cuerpos disponibles en defensa, se estiran al límite los ligamentos que mantienen aún sujetas al cuerpo las extremidades de los centrocampistas, y los arietes esquivan tozudamente la diana, el Deportivo mantiene su racha sin mácula, punto a punto hasta el reposo del guerrero. Óscar Gilsanz armó un paquete de supervivencia básico que nos mantiene vivos con unas poquitas cosas esenciales. A saber: un portero inspiradísimo; al menos una genialidad por partido de los dos muchachos debutantes en la categoría (hay que decirlo más), en forma de goles por parte del canario y de amarillas forzadas por obra y gracia del peliteñido; el mecanismo de movimiento perpetuo de Villares; la solidaridad para sufrir mucho tiempo y muy seguido; el colmillo retorcido para morder a traición a los rivales confiados como el Mirandés que, creyéndonos tiesos, se despistó primero en una ocasión de Diego Gómez y se asustó después hasta el punto de cometer un penalti que, sorpresa, no fue videoarbitrado.


Quedan siete jornadas de torneo en la Liga Hypermotion que se deben de estar haciendo eternas en la sala de fisioterapia de Abegondo. El Deportivo se parchea con remiendos nuevos cada semana, exprime la poca frescura que le resta a sus futbolistas de mayor cartel y, vestido de amarillo, sigue irritando a los anfitriones allá donde va de visita. Se reducen los highlights pero continúa la cosecha de puntos. Que me diga Ursula von der Leyen si eso no basta para que Gloria Gaynor nos cante el “I will survive”.

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