Tengo la inmensa suerte de haber vivido lo mejor del depor. Es por edad, evidentemente, y por empezar joven en este oficio. De hecho, el primer viaje que hice con el Depor fue a Aalborg, cuando debutaba en la UEFA... Y el último también, cuando se despedía de Europa.
Como muchos deportivistas que tienen 40, 50, 60... hemos tocado la gloria, pero de verdad. Saboreado los mejores éxitos con sus consabidas decepciones. Lo hemos vivido.
El otro día leía un mensaje en una red social de un chaval de unos 20 años. Lo más alucinante que recuerda del Depor fue el último ascenso a Primera. El resto, en boca del propio seguidor blanquiazul, ha sido lodo y barro, por no decir otra cosa.
Y aunque no vio al Depor ganar la Liga, entre otras hazañas, la sangre blanca y azul que bombea su corazón hace que no pueda pensar en otro equipo. Un seguidor, como todos los jóvenes, que no han disfrutado la época dorada.
Todos ansiamos el ascenso. Es importante para todos, pero las niñas y niños deportivistas se lo tienen muy ganado. Desde la cuna.
