Pues tenía que ser empate, y fue empate. El Deportivo visitaba al rey del empate y, aunque estuvo muy cerca de traerse los tres puntos, el asunto se ventiló con el resultado esperado. Es curioso lo de este Málaga, que no se desvía ni un milímetro de la senda que marcan la mayoría de equipos de esta durísima Segunda División: disputar cada balón como si fuese el último de su vida y dar el cien por cien hasta que el árbitro no indica el camino de los vestuarios. Son ya 13 empates en 22 partidos, dos más de la mitad. Para ser conscientes de la magnitud de estas cifras cabe recordar que no hace demasiado tiempo, en la temporada 2015-16, el Deportivo de Víctor Sánchez del Amo situó el récord histórico de Primera División en 18 empates, uno menos de la mitad.
Una vez más, los minutos finales condenaron a un Dépor falto de la tensión necesaria en el momento de la verdad. Ya son demasiados puntos los que han volado en la ‘zona Cesarini’. Primero en El Alcoraz y después en Riazor frente al Burgos. El mal había desaparecido desde la llegada de Óscar Gilsanz, pero despertó en casa frente al Zaragoza y se ha vuelto a repetir en La Rosaleda. Seis puntos que se han esfumado al filo del minuto 90 o por encima de él. De los 25 puntos actuales a los 31 media un trecho enorme. El que separa la inquietud deportivista de la tranquilidad, por ejemplo, del cuadro malagueño.