Ha pasado ya una semana desde el Riazorazo y no sé cómo se encuentran ustedes de ánimos balompédicos (por otros estado de ánimo no pregunto). Seguimos analizando qué es lo que pudo salir mal para que el Deportivo no ascendiese: exceso de confianza no, que ya hace tiempo que no nos confiamos. Lo de los problemas de salud de algunos jugadores, pues bueno, puede que influyese algo. Lo de Villares y el tiempo que jugó con un esguince, pues hombre, se tiene que notar. Lo del doble cambio que hizo Borja antes de sacarse una falta, pues miren, me reservo la opinión. Y lo de que el rival también juega, pues eso sí que influye, los manchegos querían ascender y lo consiguieron limpiamente. El caso es que pasada una semana yo pensaba que iba a estar peor en mi ánimo futbolístico, pero no sé por qué no está siendo así. Y es que parece que ya voy cumpliendo años y veo que lo que sucedió hace ocho días ya lo he vivido antes y se conoce que mi organismo ya ha generado anticuerpos suficientes como para evitar que otro disgusto me llegue a afectar en demasía.
Perder en Riazor por 1-2 cuando nos valía el empate me retrotrae al fatídico 22 de mayo de 1983 cuando nos pasó lo mismo contra el Rayo Vallecano. Nos faltaba un punto para subir a Primera y perdimos. Aquel año ganábamos casi siempre en casa y ese día perdimos contra un rival que no se jugaba nada. Mucho me duró aquel disgusto. Yo era entonces un estudiante de 8ºEGB que vivía en Pontevedra y que curtió su corazón deportivista ante los vaciles de algún provigués que vivía allí (que, por cierto, ese año descendieron).
También el partido del sábado me recuerda al desastre de Mallorca de hace tres años. Buenas perspectivas antes de empezar el partido, luego el fiasco y unos últimos minutos de agonía que terminaron con un cabezazo de Pablo Marí en 2019 y otro de Lapeña en 2022 que se fueron los dos lamiendo el poste. Quién sabe dónde estaríamos ahora si hubiese entrado el de Marí.
Y ya para acabar, también me acordé de aquella promoción de 1990 frente al Tenerife. Llegamos con el 0-0 de la ida y estábamos todos muy felices pensando en la vuelta en Riazor. Lo mismo que ahora. Y ya recuerdan: nos mete un gol un tal Eduardo en el minuto 13 y no fuimos capaces de remontar el resultado.
Y ya para completar el panorama, al día siguiente de perder contra el Albacete un amigo me dice que un compañero de trabajo suyo le ha dicho que el año que viene ascendemos fijo. ¿Y por qué? Pues porque dice que el Deportivo es un clon del Sunderland inglés. Resulta que los británicos bajaron de la Premier en la 2016-2017 (nosotros un año después), al año siguiente quisieron ascender y consumaron un segundo descenso (nosotros lo hicimos dos años después). Y ya en la League One (nuestra Segunda B/Primera RFEF) se han tirado cuatro años, perdiendo un play off y ganando, y por tanto subiendo, en el play off de este año. Pues bien, este amigo sostiene que el año que viene ascenderemos porque vamos copiando lo que hace el Sunderland el año anterior. Está claro que no se consuela el que no quiere. Ahora bien, yo lo firmo, por supuesto.
Acabo ya. Borja Jiménez seguirá en el Depor un año más. Me da igual lo que opinásemos de él hasta hoy. Desde hoy a muerte con Borja. Su suerte será la nuestra.
