El pasado viernes, en la rueda de  prensa previa al partido de hoy ante el Castilla, el entrenador del Real Club Deportivo, Óscar Cano, habló de los filiales y de su presencia en las competiciones profesionales y semiprofesionales del fútbol español.
Sobre esta cuestión no quería pronunciarme hasta fin de curso, aunque el pasado veintitrés de febrero en un artículo en esta sección, ‘Aprender de la experiencia’, ya me referí a este tema.

Un filial se crea con el objetivo de formar jugadores. Los deportistas al competir en torneos exigentes adquieren oficio y ello permite a los técnicos considerar su valía para promocionarlos o no al primer equipo. Algunos aficionados lo ven positivo al afirmar que “así se sabe si en el futuro se puede contar con ese futbolista”. Otros lo censuran al considerar que “esto adultera los campeonatos ya que un club con mayor ‘músculo’ financiero tendrá más facilidades de reclutar a los mejores y ser todavía más competitivo”.

El asunto tiene una compleja solución por todo lo que lo rodea, pero conviene recordar que el RCD también cuenta con un equipo filial.