Por supuesto que depende de la edad que tengamos cada uno, pero todos los deportivistas asociamos determinados nombres a hechos históricos de nuestro equipo. Así, los que ya tenemos unos poquitos años si nos dicen Stojadinovic sabemos perfectamente qué partido nos viene a la cabeza. Si nos dicen Alfredo también sabemos a qué acontecimiento nos referimos. Y si soltamos frases del estilo: “¡Barça! ¡Madrid! ¡Ya estamos aquí!” o “¡Cuanto he sufrido, Martín!”, pues de sobra sabemos encuadrarlas.
Viene todo esto a cuento porque hoy nos visita el Tenerife. Un conjunto que ha vivido épocas mejores aunque lleve ya muchos años en Segunda. Y entre esas épocas mejores están las temporadas que vivieron en la segunda parte de la década de los 90 donde llegaron incluso a disputar competiciones europeas. Lo de las dos ligas que el Real Madrid perdió allí casi es anecdótico para ellos, porque no les iba nada en la clasificación. Pero lo que sí se puede afirmar es que esas temporadas gloriosas para ellos vinieron después de salvarse del descenso en 1990 frente al Deportivo. Viene a ser un poco lo mismo que nos sucedió a nosotros dos años después en el Villamarín frente al Betis, que a la temporada siguiente nació el Super Depor. Pues bien, a ellos les pasó lo mismo aunque sin llegar a los éxitos que alcanzamos aquí. Y todo ello gracias a aquel futbolista que nos hizo la puñeta aquel 10 de junio de 1990: Eduardo Ramos Verde.
Es curioso, pero he tenido ocasión de hablar muchas veces con amigos chicharreros seguidores acérrimos de su CD Tenerife, y el nombre de Eduardo no es uno que evoquen especialmente. Todos recuerdan la época dorada del Tenerife, recuerdan a Redondo, a Dertycia, a Pizzi, al malogrado Rommel Fernández… pero muy poco o nada a Eduardo. Muchos lo recuerdan, pero se acuerdan más de aquella promoción que del autor del gol. Es cierto que nunca fue un jugador determinante y que salvo en el Tenerife sólo jugó en equipos canarios de Segunda B, incluida la UD Las Palmas cuando jugó en la categoría de bronce. Pero, salvando las distancias, es un poco parecido a nuestro Alfredo Santaelena, que nunca fue un titular indiscutible en el Deportivo pero que un gol suyo escribió su nombre en la historia del club. Pues algo parecido pasaría con Eduardo. Desde la distancia, creo que se le debería recordar más.
Y hoy nos visita ese Tenerife, el equipo de Eduardo. Vienen con el agua al cuello. Yo creo que ya el agua les supera el cuello y está a punto de llegarles a la nariz y dejarles sin respiración. Llevan una racha excelente en los últimos cinco partidos, pero creo que no les va a llegar para salvarse. Están a nueve puntos de la salvación y a mí personalmente me gustaría que lo lograran porque me caen bien, pero lo tienen muy difícil. Eso sí, a nosotros aún nos queda una victoria para amarrar la permanencia. O sea, que me caen bien, pero a partir de mañana lunes.