Era jornada propicia y contacté con un buen amigo, seguidor madridista, gallego, que se había desplazado hasta París para presenciar la final entre el Real Madrid y el Liverpool. Toda la euforia que intuía me iba a transmitir con la consecución del título, fue enturbiada por los incidentes sufridos post-partido. “Tuve auténtico pánico”.
Todos fuimos testigos, a través de las imágenes que nos ofrecía la TV, de los acontecimientos previos a la final. Los llamados círculos de seguridad eran asaltados por auténticas bandas de delincuentes, utilizando todo su potencial en menoscabar la integridad de los seguidores de uno y otro equipo, principalmente ingleses.
Que la UEFA, tan pulcra en todas estas acciones cuando le toca lidiar a los clubs, tuviera que aplazar el partido 36 minutos deja bien a las claras lo que sucedió entre bambalinas. Imágenes realmente escalofriantes, teniendo en cuenta la ciudad donde se ubica el contexto y donde, muy pronto, se celebraran unos Juegos Olímpicos.
Pues según me traslada mi amigo, todo esto queda empequeñecido a lo sufrido una vez finalizado el choque y los seguidores se desplazaban a los distintos medios de transporte que los devolverían a sus respectivas ciudades de origen.
La delincuencia campó a sus anchas en medio del caos. Familias enteras, grupos de amigos… se vieron envueltos en una auténtica rapiña de robo de móviles, bolsos, relojes… todo cuanto entendían que podía significar algo de valor. Concretamente a mi interlocutor, lo despojaron de toda la documentación con el dinero y el reloj. Salvó el móvil, gracias a que lo llevaba metido en el calcetín y por ello, pudo regresar a Galicia.
Visto lo visto, con contadas y dolorosas excepciones, la gestión en nuestro país para este tipo de eventos de alto nivel, responde a las más duras exigencias.. El ejemplo lo tuvimos estos pasados días con dos referencias difíciles de hacerles frente. En Madrid, con una doble confrontación hispana-inglesa y en Sevilla en un choque entre alemanes y escoceses. Todo fue solventado de la mejor de las maneras. Muchas veces solemos “flagelarnos” cuando nos miramos el ombligo con cuestiones que no se resuelven con el 100% de eficacia, pero viendo lo que discurre por nuestra querida Europa, seguro que bordeamos la Champions en esta versión de seguridad.
Punto y aparte. Llegó la hora y ya no se puede fallar. Cualquier reproche a estas alturas deberá quedar paralizado y todas las fuerzas deben estar centradas en la “batalla” de este próximo sábado. La afición dará buena cuenta de su cometido, no me queda la menor duda. Los grandes protagonistas deberán ser los jugadores y su cuadro técnico. Fuera nervios, fuera disculpas tópicas para estos casos y a cumplir con su deber. Suerte, que también es muy necesaria.
Como siempre un placer.