De Cuatro Caminos al quirófano
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De Cuatro Caminos al quirófano


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Son las seis y media de la tarde del sábado. Riazor hierve antes del partido ante el Real Unión de Irún. Llevo todo el día con Gandy y La Banda del Camión. Nuestro periódico colabora en la iniciativa de animar la ciudad con esta icónica formación y yo me apunto al bombardeo de abrir todas las actuaciones con un saludo al respetable y una canción en la que cuento que tengo la mejor banda de Rock y la mejor afición del planeta.


Después de tres ciclos de quimio, sin su melena, que ya volverá, y con una operación a la vuelta de la esquina, le digo a Gandy: “Oye, Maestro, no pegues tantos saltos, dosifícate que estás muy cansado, que es mucho esfuerzo”. Su respuesta es contundente. “No puedo. No puedo defraudar a la gente. Si tengo que caer rendido, lo haré”. Y Gandy, como siempre, lo borda sobre el escenario.


Desde Los Rosales a la Plaza de España, desde Riazor a Cuatro Caminos, recibe el cariño y el ánimo de todo el deportivismo y de muchos músicos de la ciudad que se acercan a los puntos de parada del camión para ver al autor del Rock del Deportivo. Con él van sus fieles escuderos. Evidentemente están Rocco, Ángel, Juan, Iván, Pedro, Mayte, Patri, Miguel, Kukas, Juanjo, Nunzia... Se suman Manolo Areán y Manu Seoane... Todos arropando a Gandy a 48 horas de que el doctor Diego González Rivas lo opere en Madrid. De coruñés a coruñés. De deportivista a deportivista.


No está el artista que más le ha cantado a A Coruña a ritmo de Rock para aguantar cuatro shows de una hora cada uno por toda la ciudad. Pero quiere sacar el camión como sea. “Dije en diciembre que solo volveríamos si ascendía el Deportivo, porque el camión es algo inherente a los ascensos y a los títulos del club”. Y no falló a pesar de su pelea contra el cáncer. Le dijo al deportivismo que le cantaría el himno del Depor el día de la fiesta del ascenso y, como siempre ha hecho en su vida, ha cumplido la promesa que lanzó al aire.


Esta mañana las luces de los escenarios se cambian por las del quirófano. Antes de una intervención de este tipo lo que se suele recomendar es descanso, cosa que no hizo precisamente Gandy el sábado por ser fiel a su gente, a su público, a sus colores y a su ciudad.


No sé si los médicos le echarán la bronca. Nadie le podría haber hecho cambiar de idea. Lo que sí sé es que va cargado de fuerza, de coraje, de cariño, para recuperarse de este envite de la vida. Va embriagado de energía positiva. La misma que tantas veces nos ha enviado desde el escenario, se la ha devuelto A Coruña a quintales.


Lo que han hecho Gandy y los suyos en esta ciudad a lo largo de los años es historia de la música y de la propia Marineda. Cómo lo han hecho este pasado sábado es la constatación de que hay personas que, simplemente, son únicas y un ejemplo para los demás. Después de repetir por los rincones más coruñeses el grito de ¡Forza Depor! permítanme, y súmense a mi voz, para decir hoy, muy alto y fuerte: ¡Forza Gandy!
 

De Cuatro Caminos al quirófano

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