SSe habla de lo milagroso y épico del Real Madrid en Champions, que es capaz de salir vivo de cualquier cacería futbolística, y después llegar al Bernabéu y aniquilar a su presa. Cierto. Los de Ancelotti han protagonizado episodios de debilidad máxima ante PSG, Chelsea y ahora Manchester City, momentos que al mortal de los equipos los enviaría directamente fuera de la competición.
Pero es evidente que el Madrid tiene una capacidad de renacer al alcance de muy pocos o incluso de ninguno. Contar con un jugador en un estado de forma sublime, que lo mete todo y asoma como un líder nato, ayuda, caramba si ayuda. Y Benzemá es ahora su dios egipcio de la resurrección, el Osiris del madridismo.
No obstante, yo no vengo a hablar del Madrid. Hay cientos de periodistas reconocidos y pulcros que opinan diariamente del equipo blanco, y otros cientos de periodistas menos reconocidos, subjetivos y forofos que hacen lo mismo, opinar o más bien jadear, para vergüenza de los que creemos que este oficio no debería tener espacio para estos agitadores.
Yo vengo a hablar de mi libro, que en este caso versa sobre el mérito tremendo que tiene un grande como el Manchester City al jugar sin un delantero nato. Ahí está Gabriel Jesús haciendo lo que le pide Guardiola, intentando ocupar espacios que no le resultan cómodos y que le restan poderío. Lo mismo le sucede a Sterling o Foden, grandísimos jugadores que se están poniendo al servicio del equipo.
El City es el único poderoso de Europa que carece de estilete, y aun así está en semifinales de Champions y jugándose la Premier con un Liverpool de ataque descomunal. Es más, diría que este Manchester es el más flojo de los últimos tiempos, y que si está dónde está es por la dirección de Guardiola. Otro entrenador de este City hubiera caído bastante antes.
Se habla de que Haaland apunta definitivamente a los citizens. Lo cierto es que las del noruego están siendo unas negociaciones silenciosas toda vez que su representante, el singular Mino Raiola, está en un momento más que delicado de salud. Híper millonario y con 54 años, lo tiene complicado
