En esta especia de dinámica de frío/calor a la que nos tiene sometido el Dépor, el pasado sábado salió cara en Riazor solventando el partido contra el SD Logroñés.
Una nueva caricia para seguir soñando, algo que se quedaría en el aire si este resultado no va acompañado de un cambio de actitud para pelear todos y cada uno de los partidos.
Esta concatenación de buenos y malos resultados tiene un punto de hartazgo entre la afición. Entiende la parroquia blanquiazul que hay buena plantilla, buen entrenador, un staff técnico capacitado y, sobre todo, un propietario con mayor solvencia económica que la mayoría de los clubes de la categoría. Todo esto por no hablar de una afición numerosísima, fiel y constante. Es por eso que conviene descubrir algunos de los males que aquejan al equipo desde hace más de cuatro años.
Quizás una de las luces sobre este tema la proyecta Óscar Cano –ex técnico deportivista la pasada temporada– en una reciente entrevista en Jot Down Sport. No por novedosa deja de ser una reflexión digna de tener en cuenta.
Dice el granadino que “el Deportivo es un club con una historia enorme y una masa social muy numerosa, fiel y que ha vivido cosas maravillosas. Allí han visto ganar la Liga, la Copa de Rey y llegar a semifinales de la Champions League. La situación actual del club, en cuanto a la categoría en la que compite, está lejos de esos momentos inolvidables. Se genera entonces una presión brutal para todos los profesionales que pasan por allí”.
Añade que esta presión “hace que un empate sea catalogado de insuficiente, que cualquier tropiezo genere un ruido excesivo. Si las urgencias en el fútbol actual son excesivas en todos los lugares, imagínate cómo serán en un club de la dimensión del Dépor”.
Puede que por ahí vayan los tiros y haya que empezar a mentalizarse que los trofeos del pasado se están convirtiendo en una pesada carga. Resituarse en el lugar en el que se encuentra ahora el equipo es un primer paso para avanzar. El Dépor no será mejor que los demás hasta que lo demuestre en el campo.
