Tijan Sonha (Sant Iscle de Vallalta, Barcelona, 2001) vive sus primeros días en Bulgaria con la emoción del niño que soñaba con ser futbolista profesional. De este lateral izquierdo con gran proyección ofensiva, lo que más destacan quienes le conocen de su etapa del Bergantiños es su calidad humana, algo que muestra durante una conversación con DXT Campeón cargada de anécdotas y bromas.
Derrocha espíritu aventurero, algo obvio en alguien que en cinco años, por el fútbol, ha vivido en distintas localidades de Cataluña y Galicia —Lloret de Mar, As Pontes, Sarria, Carballo— y, ahora, Stara Zagora. Primera Autonómica, Preferente, Tercera RFEF, Segunda RFEF y Parva Liga, la máxima categoría de Bulgaria. ¿Lo próximo? Espera que sea jugar competición europea y debutar con la selección de Gambia. Es la gasolina que, pese a tener una propuesta de Primera RFEF, le ha movido para marcharse a más de 3.500 kilómetros de su anterior destino.
Sus padres son gambianos, pero todos sus hijos nacieron en España. Entre ellos, un hermano que fue clave en los inicios de Tijan: “Cuando era pequeño disfrutaba viéndolo jugar y un día me dijo, ‘vamos a entrenar’. Iba con él y jugaba con mis amigos, con los que luego me apunté a fútbol, pero mi hermano es el que me ha ayudado a tirar hacia delante”.
El carrilero jugó en varios equipos de Barcelona —San Pol de Mar, Mataró y Damm—, hasta que en 2020 emprendió su primer viaje para unirse al filial del Castellón. No sería una experiencia fácil: “Fue raro, ya que en cada entrenamiento y partido había pruebas por el Covid. Casi no salíamos de casa por ese tema y además me lesioné de los ‘isquios’. Fue un año difícil”.
Quizá por ello, debió dar un paso atrás, volver a Cataluña y alargar una estancia en el Lloret de Mar gerundense que, en principio, iba a ser muy corta. “Fui a entrenar con ellos mientras esperaba a ver si me salía algo y el que era entonces mi representante me preguntó si me quería quedar un año y le dije que sí. Hice una amistad muy buena con la gente de allí”, recuerda Tijan.
Hasta ahí su carrera sigue pasos poco sorprendentes, pero el verano de 2022 evoca la primera gran pregunta: ¿cómo acabó en As Pontes? “Fue raro, fue gracioso”, apunta.
“Estaba en la piscina con mis amigos y me llamó Iván, el director deportivo de As Pontes. Me dijo: ‘Hablé con tu representante y me ha dicho que quieres venir para aquí, así que tal día y tal hora empieza la pretemporada’. Le dije que esperara, que tenía que llamar a mi representante, y este me confirmó que había dicho que sí, porque le había pedido ir a dónde fuera. Me quedé flipando, pero le dije que entonces íbamos a por ello”, añade.
Jugó los 38 partidos posibles e hizo ocho goles en un equipo que coqueteó con el descenso a Primera Futgal, lo que le sirvió para dar el salto a Tercera Federación. A una Sarriana que le anunció en sus redes sociales antes de tiempo.
“Ese fichaje fue gracioso también. Esta vez fue mi representante quien me llamó para preguntarme si le había dicho que sí a la Sarriana entre las opciones que tenía de Tercera. Yo le contesté que no y entonces me cuenta que ya me han anunciado. Entré a mirar y sí, ahí estaba. No había hablado con ellos, ni nada, solo con los hermanos Vilariño (Jacobo y Keko) en el campo y, ese día, con el entrenador (Jorge Cuesta), que me quería mostrar su interés. Pero bueno, pensé: ‘Ya que me han publicado, para delante’”, narra entre risas.
No fue ningún drama, pues ya era la elección que tenía en mente y en el campo volvió a rendir con 35 partidos y tres goles. No lograron el ascenso en el playoff, pero en esa fase de ascenso sembró una semilla.
Además, su temporada le volvió a valer un salto de categoría, pues firmó por el Bergantiños. No sabe hasta qué punto influyó que el entrenador fuera también Jorge Cuesta: “Ya habían contactado conmigo al principio de la segunda vuelta, me pareció que sería muy buena opción, y quedamos en verlo cuando acabáramos”.
Por primera vez, le costó un poco la categoría, pero está satisfecho con cómo se adaptó (terminó jugando 31 duelos). “En el primer partido de Liga noté un ritmo muy distinto al de Tercera. Corrí mucho más y al acabar el partido estaba ‘reventadísimo’. Me encantó, porque quería coger esa velocidad, y en dos partidos ya entendí que tenía que correr el doble e ir al 200%. Eso me ayudó a adaptarme rápido”, explica el ‘23’.
Durante su etapa en Carballo vivió con Christian Molina y Tomas Stopajnik primero, y con Álex Pachón y Omar Ouhdadi tras la marcha de los primeros en el mercado de invierno. Tuvo tiempo para las risas —“me divertí mucho”—, y para estudiar las oposiciones de bombero.
Con la temporada finalizada, le tocaba valorar su futuro. Y ahí es donde se unen los puntos con el playoff que disputó con la Sarriana. Dicha fase de ascenso fue presenciada por Paco Zaragoza, director deportivo del Beroe: “En aquel momento mi representante me dijo que tres jugadores le habíamos gustado a algún equipo de fuera, pero pensé que sería de la tercera polaca, o algo así. Ese año quedó en nada, pero este llegó la oferta y al ver que era de Primera División... ¡uf!”, explica.
Tenía claro que iba a aceptar, pero estudió bien las condiciones y, tras ello, puso rumbo a Bulgaria con las vacaciones a medias. “Yo soy más impulsivo y no quería mirar nada, solo aceptar, pero mi hermano es precavido y me hizo el favor de mirar todo. Me confirmó que estaba todo bien, yo también le pregunté a un amigo que tengo en el Levski Sofia, que me dijo que era muy buena opción, porque es un club al que van jugadores con proyección y se revalorizan, así que firmé. Entonces me fui de vacaciones y al día siguiente me dijeron que me tenía que incorporar ya”, destaca entre risas. Logró prolongar algo su estancia, pero no demasiado: “Había pagado bastante, pero en mitad de la estancia me tuve que ir. Luego les dije a mis amigos dónde estaba y no se lo creían. Somos un grupo que ha tenido toda la vida el sueño de llegar arriba, que uno lo logró en el Barça de fútbol sala, y el resto lo estamos peleando”, contextualiza.
Lleva ya quince días en Stara Zagora, donde su color de piel no ha pasado inadvertido. “Mis primeras impresiones fueron curiosas, porque fue llegar y que todo el mundo me pidiera fotos o saludase por ser negro. Ahora ya no, pero me parecía que era el único de la ciudad, algo que es raro, porque es grande y cuenta con una universidad que tiene a bastante gente de Erasmus, pero se ve que estaban de vacaciones”, comenta con su sentido del humor.
La ciudad le ha sorprendido para bien. “Es moderna, hay bastantes turistas. Un buen sitio con cosas para ver, así que espero que la familia y los amigos se animen a hacer una visita”, resume Tijan.
Y en lo futbolístico se ha encontrado con el lucense Víctor Basadre como entrenador. “Ya puso sus ideas sobre la mesa y el equipo se adapta bien. Habla con algunos en castellano, con otros en inglés y con los brasileños en gallego”, resume.
Con respecto al nivel de la Liga, explica que conjuntos como el Ludogorets, acostumbrados a jugar en Europa, equivaldrían a un Primera División en España, incluso de la zona media, pero que los de la parte baja jugarían en Segunda RFEF. Su Beroe, de clase media, equivaldría a un Primera RFEF o Segunda, según las referencias que ha pedido.
El lateral no rehuye ningún tema y, con respecto al salario, afirma: “Es un poco más que en el Bergantiños y además aquí las cosas están más baratas”. Por tanto, su movimiento tiene buena pinta en lo económico, pero también en lo que se refiere a la visibilidad: “Los que venimos soñamos con jugar partidos de competición europea o, en mi caso, debutar con la selección”.