No marcó Rodri Parafita (Cerceda, 1998), pero no hizo falta. El delantero del Silva acabó como pichichi con un gol de margen sobre Compa, ariete del Arosa, y se confirmó como una de las grandes historias de la temporada en el grupo 1 de Tercera Federación. Nadie hizo más goles (17) que un hombre que comenzó como lateral izquierdo en el equipo que acabó la Liga decimotercero.
Canterano del Deportivo y becado en su día en el fútbol de Estados Unidos, recaló en el Silva este verano procedente del Paiosaco. Ahí no esperaba ni por asomo lo que estaba por suceder y ahora su futuro pasa por la delantera. Eso sí, entiende que aún debe aprender mucho sobre dicha posición. A jugar y a quererla del todo.
Su temporada no solo se resume en el gol; también muestra que en lo físico es un privilegiado. Tras participar en dos duelos de Copa Federación durante la pretemporada, Parafita jugó 33 de los 34 partidos de Liga. Un total de 2.727 minutos que habrían sido más de no ser porque se perdió la decimoquinta jornada por acumulación de amarillas. Hizo cuatro dobletes, incluido uno reciente ante el Betanzos clave para no pasar apuros en el tramo final, y tan solo marcó dos de sus 17 goles de penalti.
“Me ha gustado tirar para arriba desde que soy pequeño. Fui marcando, marcando... y el míster tuvo la valentía de ponerme ahí ya de forma definitiva. Me parecía imposible llegar a ser el máximo goleador, porque veía a jugadores como Compa y Millán, que son muy buenos, con más, pero siguieron entrando. Seguramente no lo repita nunca más, pero podré decir en un futuro que fui pichichi en Tercera”, comenta el protagonista.
Por sorprendente que parezca, todavía se le hace extraño jugar en punta. “Cuando estaba con mis compañeros en la zaga tenía que estar bien orientado con el balón, pendiente de mantener la línea defensiva, de estar junto al rival, etc. Y ahora arriba es todo lo contrario, debo escapar de los contrarios. La gente puede pensar que es fácil, pero para mí es muy complicado”, ejemplifica.
De hecho, sigue habiendo detalles para los que necesita tiempo de adaptación. ”Una cosa que no me gusta es el contacto. Cuando estaba de defensa sí, que me sintieran por detrás y tenerlos controlados, pero ahora lo odio. No me gusta que estén cerca, que choquen. En ese aspecto me está ayudando mi compañero Joao, que es muy bueno a la hora de jugar como referencia. También se hace raro tocar poco el balón, participar menos en el juego”, reflexiona.
Sea como sea, es consciente de que lo que llama de atención ahora de él son los goles. “Siempre tendré tiempo de volver al lateral, donde creo que soy un buen jugador para esta categoría, pero imagino que ahora se fijarán en los goles. Si los que hacen 13 están muy cotizados, yo también lo estaré —risas—, aunque no sé cuál es mi techo. Lo que sí, el pasado domingo ante el Valladares no era el mismo que la primera vez, noto que he mejorado mucho y que lo seguiré haciendo”, apunta.
Con respecto al próximo curso, debe valorar aún las opciones: “Aún no hablé con Chechu —director deportivo—, pero estos dos años en Paiosaco y Silva me han tratado genial. Tengo que valorarlo. Quiero llegar cuanto más arriba mejor, pero aquí estoy encantado. Por mi trabajo no es fácil, porque no podría aceptar un equipo que entrene antes de las 18.00. Habrá que ver, pero el Silva es espectacular. Es un orgullo haber logrado una permanencia más. Once años así son todo un logro”.
Y siente que aún pudo ser mejor. “Ha sido un año de rachas. Es una pena, porque con el grupo espectacular que tenemos creo que podríamos haber estado un poco más arriba si hubiéramos sido algo más regulares”, asegura.