Amir Sánchez (A Coruña, 1993) ha crecido al mismo ritmo que el Marte, a quien representa desde 2016. Quizá el mayor reconocimiento le llegó esta temporada, con el debut del club en Primera Futgal, pero los pasos adelante han sido constantes. “Los dos ascensos consecutivos no son casualidad, sino el resultado de un trabajo constante, tanto dentro como fuera del campo. Desde la directiva se están haciendo las cosas muy bien y no me atrevo a limitar nuestro potencial”, apunta un hombre que siente el barrio de Monte Alto.
Canterano de Orillamar y Deportivo Ciudad, jugó en el Calasanz antes de recalar con 23 años en el equipo del que ya no se ha marchado. “Mi inicio en el equipo se lo debo completamente a mi abuelo, mi mayor fan. Siempre quiso que jugara en el Marte e hizo posible este fichaje cuando estaba sin equipo a cinco días para el inicio de la Liga. Siempre le estaré agradecido por eso”, explica.
Zurdo clásico, con buena técnica, no ve claro el hecho de definirse como jugador. “Siento que me limitaría, porque siempre busco seguir creciendo. Lo importante para mí es aportar mi granito de arena al grupo, más que enfocarme en una etiqueta personal”, comenta.
En lo que no tiene ningún problema es en rememorar buenos recuerdos en el Marte. “Lo más especial es la felicidad de mi abuelo, quien estuvo y está presente en cada partido, siempre apoyándome desde la grada. También me quedaría con los dos ascensos, logrados ambos en la última jornada y por golaveraje”, apostilla.
“Lo más especial es la felicidad de mi abuelo, que siempre me apoya”
Su idea es jugar “dos o tres años más para dar paso a las nuevas generaciones”, algo que casa con su forma de entender el club, una extensión del barrio en el que se crió.
“El barrio no es solo un lugar, es parte de mi identidad y de quien soy hoy en día. Representarlo, ya sea fuera o dentro del campo, es un orgullo inmenso. Jugar aquí significa mucho más que competir. Es una forma de mostrar a mi gente y a las calles donde crecí. Este club es parte de la historia de Monte Alto y de lo que somos como comunidad y familia. Más que un grupo de jugadores, somos personas unidas por la misma pasión y un sentimiento común”, reflexiona.
Sobre la rivalidad con el Torre, equipo del mismo barrio con el que compiten en Liga, destaca que es muy sana. “Es verdad que dentro del campo hay algún que otro pique, pero todo se queda ahí. Nos conocemos todos y en general hay muy buen rollo”, añade.
La tarjeta de estadísticas de Amir Sánchez, jugador polivalente que este curso actúa como delantero, pero que el pasado fue carrilero izquierdo, muestra como tanto él como el Marte han ido mejorando poco a poco, sin dejarse vencer por los malos momentos.
Debutó en la temporada 2016-17, con cuatro goles en nueve partidos. El equipo terminó en media tabla, lo mismo que el año siguiente, donde Amir brilló con luz propia al marcar 19 goles.
Las dos siguientes campañas fueron muy similares, con ocho y siete tantos, respectivamente. En lo colectivo, dos segundas plazas, pero la del curso 2019-20 supuso el ascenso a Segunda Futgal.
No habría fútbol hasta septiembre de 2021 por el Covid-19, y las cosas no salieron como esperaban, ya que la aventura apenas duró un año. Sería un paso atrás para luego dar dos hacia delante.
Once goles marcó Amir en la 2022-23, donde regresaron por la vía rápida a Segunda. Ahí lograron un nuevo ascenso y este curso no ha bajado para nada el protagonismo de Amir, que además ha explotado en lo anotador, con seis goles.
En estos momentos el Marte es duodécimo, con cuatro puntos de margen sobre la zona de descenso. Pese al gran inicio, ahora acumula seis partidos sin conocer la victoria. “La primera vuelta fue muy buena para ser un recién ascendido. Nos vimos un poco condicionados por las lesiones, si no creo que estaríamos peleando por estar entre los cinco o seis primeros”, argumenta.
¿Por qué les está costando últimamente? “Creo que influyen varios factores. Uno es el de los lesionados, que estoy seguro que cuando se vayan recuperando mejorarán los resultados. Otro fue el cambio de entrenador, ya que nos tenemos que adaptar a una nueva forma de jugar. Y bueno, el gol y el Marte no se llevan muy bien”, bromea.
En lo que respecta al cambio de técnico, que se produjo por la marcha de Rubén García al Juvenil A del Montañeros, valora el trabajo de ambos. “Rubén tenía una forma muy marcada de trabajar, era muy meticuloso y analizaba cada detalle. Desde el rendimiento de cada jugador hasta los puntos fuertes y débiles de cada equipo al que nos enfrentábamos. Eso nos daba cierta ventaja a la hora de afrontar los partidos. Con Celso llevo muy poco tiempo, pero algo que ya he notado es la cercanía y la confianza que transmite al equipo. Estoy seguro que ambos son importantes en mi crecimiento como jugador y en el del equipo”, asegura.
Como atajo para mejorar los resultados a corto plazo, aboga por “estar concentrados los 90 minutos y no conceder, especialmente en el tramo final, ya que es una Liga muy igualada y un mínimo fallo nos hace perder puntos”.
Más allá de eso, cree en la fortaleza de los integrantes del equipo. “Somos un grupo muy unido, ante cualquier circunstancia. Muchos nos conocemos de toda la vida y las nuevas incorporaciones se adaptan muy rápido. Además, hemos demostrado una competencia muy equilibrada y reñida con los equipos de la parte alta de la tabla, por lo que opino que no somos inferiores a ninguno de ellos”, sentencia.
Tratarán de volver a la buena senda este domingo, a las 16.00 horas, como locales frente al Oza Juvenil.