“Cuando terminó, nos quedó un sabor agridulce, pero ahora que ha pasado una semana valoramos lo que hicimos”, apunta Alejandro ‘Pato’ Gómez (Culleredo, 2004), portero del Relámpago. Si en la Primera División hace falta jugar 28 partidos para optar al ‘zamora’, 25 serían los duelos necesarios en una Liga de 34 jornadas, y con ese condicionante este es el meta menos goleado del grupo 1 de Primera Futgal. Palabras mayores en una Liga que cuenta con Óscar Suárez en el Orillamar, David Pena en el Olímpico o el tándem que forman Damián Seijoso y Álvaro Barato en el Victoria, entre otros.
Pato terminó la competición con 37 goles encajados en 32 partidos, poco más de una diana por partido. En lo colectivo, una sexta posición tras una temporada de montaña rusa en la que pasaron de temer por el descenso a soñar con ser equipo de Preferente.
“Acabas pensando que fue un pedazo de año. Nadie se esperaba que termináramos arriba con el inicio que tuvimos, por lo que estamos orgullosos de lo que hicimos”, valora.
“El año pasado —quedaron decimoterceros— teníamos un grupo fuerte y solo nos quedamos siete. Nos vimos en una situación en la que la gran mayoría no nos habíamos visto nunca y hacer mejor temporada es sorprendente”, añade.
La campaña del equipo de Elviña tuvo tres tramos muy marcados. El primero se extendió hasta la jornada 14, momento en el que ocupaban puesto de descenso. “Nos teníamos que conocer todos: entrenador y jugadores. La gran mayoría de los que vinieron eran chavales que acababan de subir de juveniles y tenían que adaptarse a la categoría. Lo achaco a eso”, explica. Fue su tramo más sufrido, con una expulsión y una suplencia.
Tras ello llegaron diez triunfos consecutivos, alguno de ellos épico, que situaron al equipo en plaza de playoff. “Nos sentíamos en una nube. Hubo un punto en el que teníamos tanta confianza en nosotros mismos que, aun perdiendo, decíamos ‘lo vamos a acabar ganando’ y acababa pasando. Luego se cortó la racha porque todo se acaba, pero ahí estábamos increíbles”, recuerda Pato, que tuvo un papel destacado al encajar solo ocho tantos durante ese tramo.
Todo iba sobre ruedas para el Relámpago, que estaba a punto de sumar la undécima seguida y tomar el liderato, pero un gol en el descuento giró el viento. “La semana que empatamos contra el Victoria y entre semana habíamos perdido con el Sada en penaltis —en Copa de A Coruña— nos empezó a bajar la confianza. Luego alternamos resultados, pero nos faltó creernos que podíamos llegar al playoff”, analiza el guardameta. Además, el resto de equipos falló muy poco y puso el listón muy alto.
“Al equipo le pondría un 9, porque el 10 sería ascender o el playoff. A mí, un 6,75. El primer mes estuve bien, pero de finales de octubre hasta diciembre no estuve muy fino. Este año mucho mejor”, califica.
Se muestra humilde y autoexigente: “Las buenas cifras han sido más mérito del equipo que mío. Tengo que tener mi parte, pero el 90% es por como defienden todos en general. Si hago memoria, recuerdo mejores temporadas —fue canterano de Olímpico y Ural—. Por ejemplo, la anterior, en el Relámpago, hasta que me lesioné -tobillo-, estaba siendo mejor. Creo que lo puedo hacer bastante mejor”.
Sobre su futuro, explica que su prioridad es el Relámpago. “Siempre hablo de seguir, salvo que haya una oferta que no se pueda dejar pasar. Siento que es una gran familia y estoy comodísimo, mejor imposible”. A continuación, aclara que esa propuesta irrechazable es sinónimo de una categoría más alta. No me veo jugando en la misma que el Relámpago; si es en Primera, será aquí”, enfatiza.
El portero detalla cómo fue el estilo de juego del equipo. “Éramos bastante fieles a él. No era muy vistoso. Me gustaría vendértelo como el Barça de Guardiola, pero no fue el caso —risas—. Era bastante directo y con Souto y Rachón vivíamos bastante del balón aéreo y juego directo. Ellos peleaban y sacaban oro de un contenedor”, ejemplifica.
Sobre el pichichi, Rachón, indica: “Su año fue increíble, nunca vi una cosa igual jugando conmigo. Le entraba todo, tiraba desde el centro del campo y para dentro. Contra el Marte fue así”.
Y de cara al curso que viene, es optimista. “Primero hay que ver como queda la plantilla, pero podemos empezar siendo ambiciosos. No poniendo un objetivo de ascender, sino el de mantenerse como siempre, pero podemos soñar un poco y creérnoslo después de lo de este año”, finaliza.