El Victoria tardará en olvidar la forma en que logró el segundo ascenso de su historia a Preferente. Seguramente no lo haga jamás, pues el guion fue de película: de parecer hecho a la sensación de que se iba a escapar, para acabar gritando un gol en el quinto minuto del añadido. Nueve de los protagonistas repasan no solo el épico encuentro ante el Carral, sino una temporada en la que el objetivo no llegó en la fase regular, pero sí en el playoff.
En la portería se había hecho con un hueco en el tramo final Álvaro Barato, pero un contratiempo físico le abrió la puerta de la titularidad en este último encuentro a Damián Seijoso, que a sus 39 años las ha vivido de todos los colores. “Estoy muy orgulloso de como ha sido mi carrera, me considero un obrero del fútbol. He estado en Segunda B, Tercera, Copa del Rey, en ascensos y descensos... por lo que les dije a los chavales que disfruten de estos momentos”, apunta.
El guardameta, que decidirá en las próximas semanas si sigue en activo, explica la curiosa forma en que se topó con esta titularidad y como lo vivió: “Me enteré mientras estaba en O Son do Camiño y fue una mezcla de sensaciones. Por un lado, feliz, porque estamos en esto para jugar este tipo de partidos, pero también triste por Álvaro, que tuvo unos problemas en una pierna, y por Taibo —entrenador—, que lo operaron de apendicitis días antes de esto”.
La competencia fue sana durante toda la temporada. “Siempre lucho por entrar a jugar, pero sobre todo con buen rollo, que para mí es lo más importante”, asegura su compañero Álvaro, que terminó con solo once goles encajados en los 21 partidos que disputó.
“Había un objetivo claro desde el principio y estoy muy contento por haber ayudado lo máximo posible al equipo en los momentos que hacía falta”, añade el de Verín.
El Victoria es uno de esos equipos coruñeses que se nutre de jugadores con alta fidelidad. Dos de ellos son los hermanos Mandayo, que no han estado nunca en otro club.
Miguel es conocido por su faceta de tiktoker y presentador en la TVG, algo que a veces le pone en el foco de la afición rival. “Siempre que vas por los campos hay gente que te vacila y es un pique sano, pero creo que esta vez se cruzó una línea roja. Desear la muerte a un chaval de 24 años deja mucho que desear de una parte de la grada. Por suerte, soy una persona que se intenta abstraer lo máximo posible de esas cosas y al final el fútbol fue justo y nos premió con ese ascenso tan soñado. Este grupo se lo merecía”, enfatiza.
“Llevo en el Victoria desde que era benjamín y lograr el ascenso con este grupo es increíble, porque además es el primero que consigo. Sí había estado en partidos preciosos como el del Villarreal en Copa del Rey o las finales de Copa Coruña, pero también en otros como el descenso del año pasado”, recuerda el lateral.
Quien había vivido algo muy parecido es su hermano Iván. “Varios de mis compañeros y yo lo logramos en juveniles con Taibo como entrenador, pero un ascenso siempre va a ser uno de tus mejores momentos”, reflexiona el también lateral.
“Este año estuve con problemas en la lumbar, pero con la ayuda de los fisios y de estiramientos pude llegar para esta segunda vuelta”, se congratula un jugador que no estaba teniendo suerte con las lesiones, pues el año pasado se perdió el tramo final tras recibir un duro golpe en la cara.
Los Mandayo son One Club Man, pero si alguien tiene una marca difícil de batir, ese es el central Kike Calzado. “Llevo desde los tres años en el club. He pasado por todas las categorías, desde biberones hasta modestos, y ojalá pueda estar toda la vida aquí”, expresa.
Su primer año como sénior no ha podido ir mejor, pues se hizo con un puesto y terminó disputando más de 2.560 minutos repartidos en 31 partidos. “No esperaba una participación tan alta. Estudio en Vigo y vengo a entrenar jueves y viernes, por lo que pensaba que iba a tener un rol más secundario”, se sincera.
En el centro del campo fue vital David Bandera, autor del único gol de las semifinales. “Tenemos una de las mejores plantillas y la fortaleza de este grupo viene de las grandes personas que lo forman”, contesta al ser cuestionado por cómo se levantaron de situaciones como no lograr el ascenso directo o ver como el 0-1 pasaba a un 3-1 ante el Carral.
El experimentado centrocampista, que militó en equipos de Segunda B como la Cultural Leonesa o el Racing de Ferrol, disfrutó del ambiente de O Castro: “Había vivido tardes así en Sofán o Arteixo y esto es fútbol de verdad: la gente animando, apretando, césped natural... Me encantó. Ese campo y club merece estar en categorías superiores”.
El primer tanto ante el Carral fue obra de Alberto Benito, otro de los que lleva en el equipo desde que era benjamín. El extremo de 19 años entiende que es su gol más importante hasta el momento y narra como lo vivió. “Robé el balón cerca del borde del área y vi que el defensa reculaba y me dejaba hueco para tirar. Aunque estaba orientado para la pierna mala, decidí pegarle al palo corto, y cuando vi que el balón tocaba el larguero y botaba, no estaba seguro de si había entrado o no. Lo confirmé al ver que tocaba la red de arriba y ya me fui corriendo al córner a celebrar junto a mis compañeros”, rememora.
Y por último, los dos protagonistas del gol decisivo. Para que haya un remate tiene que haber un centrador, y ese fue Álex Gallego, quien había sido el último en entrar: “Aproveché una de las oportunidades que tuve para subir y pude sacar un buen centro. Cuando la vi salir, ya tenía confianza en que iba a ser gol y al ver que entraba sentí una felicidad enorme por ver que todo el esfuerzo que hemos puesto durante la temporada daba sus frutos”.
El ex de Bergantiños y Sofán está muy satisfecho con la campaña. “A nivel colectivo conseguimos el objetivo que teníamos marcado y en lo individual pude disputar bastantes minutos de calidad y tener la continuidad que me faltó estas últimas temporadas”, valora.
Quien remató fue Óscar de Castro, en una acción con la que rompía seis partidos sin marcar, su peor racha en una temporada en la que brilló con 17 dianas. “Venía en mala racha y fallé un penalti en la ida, donde menos mal que en los últimos minutos marcamos el segundo... Esta vez no sé muy bien lo que ocurrió en la jornada, solo sé que salté y rematé como pude”, apunta el ariete sobre un gol con dedicatoria.
“Mi madre no pudo estar en el partido y creo que llegué al balón por la fuerza con la que me estaba apoyando desde el hospital”, explica Óscar, que celebró el tanto con una buena dosis de euforia y rabia.
“El festejo refleja un año bastante complicado a nivel familiar. Es el gol más bonito y emotivo que he marcado desde que juego al fútbol. El culmen a una temporada preciosa”, comenta el excanterano del Deportivo.