​Diego Armando García: “Para el club no, pero para mí hubiese sido un fracaso no ascender”
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​Diego Armando García: “Para el club no, pero para mí hubiese sido un fracaso no ascender”

​Diego Armando García: “Para el club no, pero para mí hubiese sido un fracaso no ascender”
Diego Armando García aterrizó la pasada temporada en A Porta Santa y consiguió el ascenso a Tercera RFEF | Raúl López

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Entrenador del Paiosaco 


El hombre de los ascensos en el fútbol coruñés tiene dos nombres y apellido: Diego Armando García. Después de hacerlo con Calasanz, Ural y Victoria, volvió a conseguirlo con el Paiosaco para devolver al club de A Porta Santa, en el que aterrizó hace un año, a la Tercera División.


No suele ser lo habitual que funcione un equipo la temporada siguiente a sufrir un descenso.

Lo primero era convencer a los jugadores de la temporada pasada que nos interesaba que se quedasen para el nuevo proyecto con la idea de ser un equipo ganador y ascender lo antes posible a Tercera RFEF. Con las decepciones de los últimos años de no muy buenos resultados, los jugadores tardaron en tomar la decisión de quedarse. Lo primero era entrenarlos a nivel psicológico, un factor muy importante para mí y el que más costó para iniciar la pretemporada. Después, a nivel futbolístico, también tenía que aportar mi granito de arena y trabajar con ellos.


Cuando el Paiosaco estaba en Tercera no tenía la obligación de conseguir la permanencia pero, ¿notó necesidad de regresar esta temporada?

La exigencia que me marcó el club fue, textualmente, pelear por estar arriba hasta el final. Que el equipo compitiese por cotas importantes pero no con el objetivo de ascender sí o sí. Lo que la gente quería era estar peleando por el ascenso. Mi compromiso es por dos temporadas e independientemente de lo que sucediese iba a seguir. Las cosas fueron realmente bien y pudimos conseguir el ascenso.


La exigencia era pelear por estar arriba. ¿Y la de Diego?

Si yo ficho por el Paiosaco lo hago con la idea del ascenso. El nivel de autoexigencia del cuerpo técnico y de los jugadores era más importante que la exigencia que nos iba a marcar el club. Esa fue una de las claves para seguir insistiendo hasta el final.


El Paiosaco se clasificó como tercero y la fase de ascenso fue impecable.

Nos costó mucho en la primera fase porque no es fácil adaptar a un grupo a un cambio de metodología. No he estado todo lo acertado que debería en la pretemporada buscando la intención correcta que debía tener el equipo. Hemos pasado por varios esquemas, hemos tenido diferentes propuestas a lo largo de la primera fase pero, a raíz del 4-0 en Boiro, que fue en diciembre, encontramos la intención correcta para sacar las virtudes del equipo de la mejor manera posible. Nos quedamos con la idea, fuimos con ella hasta el final y, en los seis últimos meses de competición, solo habíamos perdido un partido. Nos costó encontrar el camino pero, una vez que lo conseguimos, el equipo confió mucho en él.


Encontramos la intención correcta para sacar las virtudes del equipo de la mejor manera posible


¿Se consideraban tan favoritos como Sarriana y Arteixo?

Quizá éramos favoritos por ser un recién descendido y por renovar a 14 jugadores que venían de Tercera División. Pero eso no te da el éxito. De hecho, las plantillas de Arteixo y Sarriana eran tan competitivas como la nuestra y con presupuestos más altos. La vitola de favorito la da la presencia en Tercera las tres últimas temporadas y el hecho de mantener a jugadores de esa categoría. Lo asumimos con naturalidad.


¿Cómo se consigue que el equipo gane tantos partidos por 1-0 o 0-1?

Hubo mucho cachondeo con el ‘Cholo’ y el autobús pero en el vestuario nos ayudó a reforzar aún más la idea. Para algunos equipos los comentarios eran siempre positivos y con alabanzas y cuando nosotros ganábamos lo hacíamos porque marcábamos el 1-0 y nos metíamos atrás. Es mentira. En la fase de ascenso, en muchos partidos de 1-0, el 2-0 ha estado mucho más cerca que el 1-1. Hemos fallado tres penaltis con 1-0 en diferentes partidos.


Con el 1-0, un equipo nunca se puede relajar.

Yo prefiero jugar con 2-0 que con 1-0 pero, en la fase de ascenso, fuimos un equipo que, si metía primero, era muy complicado que nos diesen la vuelta. El trabajo a nivel de sacrificio, de equilibrio y de organización defensiva del equipo encajando cinco goles en la fase de ascenso forman el mérito principal por el cual hemos conseguido el objetivo.


¿Cuál fue el mejor partido del Paiosaco esta temporada?

Un partido que no ganamos, contra el Arteixo en Ponte dos Brozos. Nos dimos cuenta de que podíamos competirles y ser superiores al Arteixo. Nos ayudó a reforzar lo que estábamos haciendo en el campo. El Arteixo acabó pidiendo la hora con línea de cinco atrás. Nos mostramos muy superiores y pudimos afianzarnos en todo lo que estábamos proponiendo.


¿Ha disfrutado del proceso?

Como el ascenso. Lo disfrutas mucho pero el día siguiente ya tienes la mente puesta en la siguiente temporada. Hay poco tiempo para disfrutar porque pasas mucho más tiempo preocupado o pensando en lo siguiente que va a venir que en disfrutar de los éxitos pasados.


¿Qué hace las primeras horas después de un partido?

Si hay viaje de regreso aprovecho para ver vídeos del siguiente rival para tener el martes el montaje para nuestros jugadores. Poco tiempo hay para relajarse y disfrutar de las victorias.


¿Con qué se queda de una campaña que ha vuelto a ser histórica para el Paiosaco?

Muy poca gente esperaba que el Paiosaco acabase ascendiendo, ni mucho menos. Eso ha sido lo más bonito de todo. Todo el mundo esperaba que ascendiesen Sarriana y Arteixo por lo que hicieron en la primera fase y me dio una alegría extra que nadie esperaba que el Paiosaco fuese capaz de remontar la situación en la que estaba metido y acabar ascendiendo.


Todo el mundo esperaba que ascendiesen Sarriana y Arteixo


¿Hubiese sido un fracaso no ascender?

A nivel personal y para el vestuario, sí. Para el club no. Seguro que mis jugadores y yo nos lo habríamos tomado como un fracaso porque si renovaron tantos futbolistas era para ascender. Y si yo vine al Paiosaco era con el objetivo de ascender independientemente de la tranquilidad que nos mostraba el club.


El Paiosaco venía de varias temporadas con línea de cinco y mantuvo a casi todos los defensas. ¿Les costó adaptarse a jugar de cuatro?

Nos costó muchísimo. Los centrales perseguían a puntas hacia delante sin el balón cerca. Todos los conceptos de defensa zonal, de basculación horizontal, vertical… La táctica defensiva fue lo que más nos costó. La temporada pasada, el Paiosaco era un equipo que trataba de defender arriba y hacia delante. El concepto que buscábamos al principio era similar, pero acabamos por reajustar porque no estaban saliendo las cosas. Trabajamos con un posicionamiento defensivo plegado y reactivo más que proactivo tratando de exponer las capacidades de mis defensores, que eran buenas en posicionamientos bajos, y las capacidades de mis atacantes, que eran principalmente la velocidad con espacios. Más que fijarnos en los puntos fuertes que estábamos detectando, con el paso de las jornadas hemos transformado al equipo hasta encontrar el sentido que le encontramos a partir de enero.


¿Cuáles fueron las líneas maestras a nivel ofensivo?

Pese al carácter de contraataque planteábamos sin balón, fuimos un equipo que trataba de progresar con el balón desde la fase de inicio. Hemos trabajado mucho la fase de inicio-creación cuando veníamos de unas intenciones mucho más directas sobre dos puntas. Las situaciones sobre Otero y Sayés estaban muy mecanizadas. Hemos cambiado en ese aspecto apostando por cuatro centrocampistas y por dos laterales de muchísima profundidad. A los interiores les dábamos mucha presencia por dentro y, de ahí, el posicionamiento que le dimos a Josiño o a Eiroa puntualmente, a los que hemos desplazado a las bandas pero para tener mucho juego interior. Con esa estructura le dimos mucha importancia a la fase de inicio-creación tratando de llegar con velocidad y con espacios a los dos puntas. Tratar de atraer al rival a nuestro campo para hacer cambios de ritmo ofensivos y buscar rápidamente a Cristian y a Iván Amor.


¿Tardó en sentirse identificado con lo que veía de su equipo?

Sí, trato de darle identidad a mis equipos y esta temporada estaba preocupado porque no era capaz de conseguirlo. No se veía al Paiosaco que yo quería. Quiero agradecer al club toda la confianza que me demostró tras cada derrota porque en otros sitios, si la cosa funciona hacen cambios de entrenador. Los jugadores también podrían haber perdido credibilidad en el entrenador porque habían pasado de Juan Riveiro, una persona con autoridad dentro del fútbol gallego, a Diego, que no tiene mucha experiencia en el fútbol modesto. Lo fácil hubiese sido descolgarse o perder la fe en el entrenador pero los jugadores estuvieron a tope con todo lo que yo les decía y con todo lo que les proponía para mejorar la situación.


¿Se considera Diego un entrenador de transiciones?

Sin ninguna duda. Para mí, la fase más importante en el juego es lo que pasa tres segundos después de perder la pelota y tres segundos después de recuperarla. Es la situación más repetida durante un partido y hay que dominarla.


Seis ascensos en ocho temporadas. ¿Cuál es el secreto de Diego Armando?

No lo sé. Tener buenas plantillas al inicio de cada año, buena directiva y buenos coordinadores que siempre me han ayudado. Cuando empiezas como segundo entrenador en un equipo biberones con 21 o 22 años no te crees que unos años después vayas a conseguir todos los ascensos que he conseguido. Es muy bonito y lo valoro mucho.


Buenas plantillas también tenían la Sarriana y el Montañeros, por ejemplo.

¿El secreto? Trabajar y tomárselo muy en serio. Las horas que pienso en fútbol, planteo entrenamientos y estoy con el equipo son sagradas. Mucha dedicación y rodearse de cuerpos técnicos muy válidos y de directivas que te dejan trabajar.


Se lo dedico a mi mujer; que es la que más sufre


El 22 de mayo de 2022 será un día difícil de olvidar para Diego. Y también para su familia. Para los que sufren.


¿Qué recuerdo tiene del partido del ascenso contra el Betanzos en A Porta Santa?

Esa semana fue una ‘comedura de olla’ bastante importante. No dudé sobre lo que teníamos que hacer en el campo y traté de eximir de cualquier responsabilidad a los jugadores. No hablamos para nada del contexto del partido, solo de lo que podría pasar en el rectángulo de juego porque cualquier sobreestimulación o comentario de lo que significaría ganar nos acabaría perjudicando.


¿Notó a su equipo más tenso de lo habitual?

Hubo mucho silencio en el vestuario, más de lo normal, cuando se cambiaban y después de la charla. Había muchísima tensión. El primer gol nos liberó mucho. En ese momento sí pensé: estamos muy cerca de conseguirlo.


Das la sensación de ser un entrenador frío pero, ¿qué hizo nada más pitar el árbitro el final del partido?

Antes de acabar el partido le di la mano a Noé. Después del pitido, lo primero que hice fue ir a junto mi familia. Recuerdo que lloré y abracé a mi hijo y (se emociona y hace una pausa muy larga) a mi mujer y a mi padre. Soy una persona que vive mucho el fútbol y ellos son los que me sufren. Lo primero que se me ocurrió fue agradecerles el tiempo que dejo de dedicar a mi familia para dedicárselo al fútbol.


¿A quién le dedica el ascenso?

A la primera persona que fui a felicitar, a mi mujer. Es la que más sufre. También a mis hijos y a mi padre.


Me queda la espina de no haber rotado todo lo que podía


Diego Armando García hizo referencia a algunas de las piezas claves de su equipo.


En un campo grande como el de A Porta Santa y teniendo en cuenta el modelo del Paiosaco, Cristian parece el delantero perfecto. ¿Fue clave en el ascenso?

 Fue uno de los primeros jugadores a los que llamé para este proyecto. Costó mucho convencerlo pero, al final, entró por el aro casi al final de la pretemporada y ha conseguido los mejores números. Estaba convencido de que iba a encajar muy bien en la idea que yo tenía. Seguro que ahora está orgulloso de haber tomado esa decisión (ríe). Sus goles tienen un denominador común y es que en un 80%-90% los marcó en menos de tres contactos.


¿Cómo se explica que Moure haya jugado todos los partidos de la temporada?

Porque físicamente puede, es un portento. El equilibrio que nos da Moure no lo da ningún otro jugador. Las ayudas en transiciones defensivas llegando fuera o a centrales no creo que las haga ningún otro futbolista de la categoría. Es un jugador que para nuestra estructura y para lo que hacemos en el campo es fundamental. Él estaba acostumbrado a jugar de único pivote por delante de la defensa y se dio la situación de que tenía que compartir doble pivote con Eiroa o Martín. Era nuevo para él. En fase ofensiva se incrustaba muchas veces en la posición de lateral para hacer una serie de movilidades que teníamos mecanizadas. Le gusta mucho el fútbol y no tengo ninguna duda de que va a ser buen entrenador. Hemos compartido opiniones sobre lo que hacíamos en el campo.


Beto, Tani, Eiroa. ¿Cómo fueron gestionando las diferentes bajas que tuvieron durante la temporada?

No he rotado y ni repartido minutos todo lo que pude haber hecho. Soy consciente de que, una vez que encontramos un once, aposté por él. Era una búsqueda de afianzar una propuesta de juego. Nos centramos en que la idea llegase a buen puerto y me quedó la espina de no haber dado más minutos a diferentes jugadores.


¿Se ha llevado alguna sorpresa a nivel individual?

Me ha sorprendido la polivalencia de Juanma. Empezó de extremo izquierdo, pasó a extremo derecho, pivote y acabó de lateral derecho. Donde mejor ha rendido es en el puesto en el que menos pensaba que iba a rendir: de lateral. También me ha llamado la atención Josiño, con el nombre que tiene en Paiosaco, que empezó de suplente habitual y trabajó como un chaval recién llegado sin protestar nada. Se acabó ganando el puesto en un sitio que no es habitual para él. Me ha llamado la predisposición del jugador, la facilidad con la que he trabajado con ellos.

​Diego Armando García: “Para el club no, pero para mí hubiese sido un fracaso no ascender”

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